A Enarda
de Jovellanos


 Quiero que mi pasión, ¡oh Enarda!, sea,   
 menos de ti, de todos ignorada;   
 que ande en silencio y sombras embozada,   
 y ningún necio mofador la vea.   
 

 Sea yo dichoso, y más que nadie crea  
 que es con tu amor mi fe recompensada;   
 que no por ser de muchos envidiada,   
 crece la dicha a más sublime idea.   
 

 Amor es un afecto misterioso,   
 que nace entre secretas confianzas,  
 mas muere al soplo de mordaz censura;   
 

 y sólo aquel que logra, ni envidioso   
 ni envidiado, cumplir sus esperanzas,   
 colma su gozo y fija su ventura.