A Enarda
Quiero que mi pasión, ¡oh Enarda!, sea, menos de ti, de todos ignorada; que ande en silencio y sombras embozada, y ningún necio mofador la vea. Sea yo dichoso, y más que nadie crea que es con tu amor mi fe recompensada; que no por ser de muchos envidiada, crece la dicha a más sublime idea. Amor es un afecto misterioso, que nace entre secretas confianzas, mas muere al soplo de mordaz censura; y sólo aquel que logra, ni envidioso ni envidiado, cumplir sus esperanzas, colma su gozo y fija su ventura.