A Elena (1 Althaus)
Labios tienes cual púrpura rojos,
tez de rosa y de fresco azahar,
y rasgados dulcísimos ojos
del color de los cielos y el mar.
Oro es fino la riza madeja
que hollar puede el brevísimo pie,
y flor tierna tu talle semeja
que temblar al favonio se ve.
La hija bella del Cisne y de Leda,
te pudiera envidiar cuerpo tal;
pero en él más bella alma se hospeda,
Que no empaña ni sombra de mal.
Prole augusta tal vez me pareces
de himeneo entre dios y mujer:
¡ah! ¡dichoso, dichoso mil veces
quien amado de ti logre ser!
No yo, indigno de tanta ventura,
a cuya alma pesó, cada vez
que te viera, no ser ya tan pura
cual lo fue en su primera niñez.
(1857)
Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)