A Corina en sus días
Id, mis suspiros, id sobre el ligero plácido ambiente que el abril derrama; id a los campos fértiles do brama en ancho cauce el orgulloso Duero. Id de Corina al pie sin que el severo ceño temáis del cano Guadarrama, pues el ardor volcánico os inflama que en mí incendió la hermosa por quien muero. Saludadla por mí; su alegre día gozad ufanos, y el cruel tormento recordadle del triste que os envía; y en pago me traed del mal que siento un ¡ay! que exhale a la memoria mía empapado en el ámbar de su aliento.