A Cicerón
Pende en el foro, triunfo de un malvado, la cabeza de aquel que la ruina evitó a Roma, muerto Catilina, y padre de la patria fue aclamado. La ve el pueblo en los Rostros conturbado, y un mudo horror los ánimos domina; en los Rostros, do aquella voz divina fue de la libertad muro sagrado. ¡O Cicerón! si tantos beneficios paga tu ingrata patria de esta suerte, ¿cómo espera magnánimos patricios? Mas ¿qué importa el morir? Témante ¡o muerte! los viles siervos del poder y vicios, pero el sabio ¿qué tiene que temerte?