A Cervantes
Nota: se ha conservado la ortografía original
Este extraño y bello soneto, dedicado al inmortal autor del « Quijote », es también de
Rubén Darío.
A CERVANTES
HORAS de pesadumbre y de tristeza
Paso en mi soledad. Pero Cervantes
Es buen amigo. Endulza mis instantes
Ásperos, y reposa mi cabeza.
Él es la vida y la naturaleza;
Regala un yelmo de oro y de diamantes
A mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.
Cristiano y amoroso y caballero
Parla como un arroyo cristalino.
Así le admiro y quiero.
Viendo cómo el destino
Hace que regocije al mundo entero
¡La tristeza inmortal de ser divino!