​A Carlota Corday​ de José Marchena

 ¡Oh pueblo malhadado!
 Con mil cadenas tu cerviz altiva
 amarrará a su carro la anarquía;
 de libertad te priva
 el padre de los dioses indignado,
 en pena de tu infame cobardía,
 hasta que con altares
 la diosa que ofendiste aplacares.

 De Bruto el alma santa,
 rasgando las esferas celestiales,
 en ti vino, y tu diestra generosa
 de sus armas fatales
 a los tiranos, ciñe. ¡Ay! cuál levanta
 el vulgo vil al cielo su espantosa
 voz por su soberano,
 muerto, Carlota, por tu noble mano.

 El fragoso camino
 es este del Olimpo; el inflexible
 Catón y Marco Aurelio por él fueron;
 por él siguió el terrible
 azote de los reyes, el divino
 Rousseau; por él los dioses concedieron
 escalar las moradas
 a las divinidades reservadas.

 Salve, deidad sagrada;
 tú del monstruo Sangriento libertaste
 la patria; tú vengaste a los humanos;
 tú a la Francia enseñaste
 cuál usa el alma libre de la espada,
 y cuál sabe inmolar a sus tiranos;
 tú abriste la carrera,
 y en la lid te lanzaste la primera.

 De tu pueblo infelice
 sé deidad tutelar: ¡Oh! no permitas
 que a la infame Montaña rinda el cuello.
 Mas ¡ay! que en balde excitas
 con tu ejemplo el vil pueblo que maldice
 el brazo que le libra. ¡Ay! que tan bello
 heroísmo es perdido,
 y pesa más el yugo aborrecido.

 Que en las negras regiones
 las Furias hieran con azote duro
 del vil Marat el alma delincuente;
 que en el Tártaro escuro
 sufra pena debida a sus acciones,
 y del gusano eterno el crudo diente
 roa el pecho ponzoñoso,
 ¿será por eso el pueblo más dichoso?

 La libertad perdida
 ¡ay! mal se cobra; en pos de la anarquía
 el despotismo sigue en trono de oro;
 su carro triunfal guía
 la soberbia opresión; la frente erguida
 va la desigualdad, y con desdoro
 el pueblo envilecido
 tira de su señor al yugo uncido.

 ¡Oh diosa! los auspicios
 funestos, de la Francia ten lejanos;
 torne la libertad a nuestro suelo;
 así con puras manos
 los hombres libres gratos sacrificios
 te ofrecerán, Carlota; tú del cielo
 donde asistes, clemente
 protege siempre la francesa gente.