A Blanca (1 - Zorrilla)
¡Oh! Que me place, Blanca,
Cerca de mí tenerte,
Cuando la noche turban
Nuestros brindis alegres.
Cuando la luz se quiebra
Trémula y transparente,
De las colmadas copas
En los cristales tenues.
Cuando los ojos húmedos,
De luz avaros hierven,
Y en cada luz, sin tino,
Vacilan y se hieren.
¡Si vieras cómo brillan
Debajo de tu frente
Tus ojos de azabache,
Y hogueras me parecen!
¡Oh! Que me place, Blanca:
Bebe, alma mía, bebe,
Y el mundo que murmure,
Que el mundo es un imbécil.
Caiga el cabello en rizos
Por los hombros de nieve,
Cual pabellón que guarda
Del rocío las sienes.
El cuello sin cendales
El aura mansa oree,
Y el calor de tu seno
Vagando en torno temple.
Y los torneados dedos
Entre las copas jueguen,
como niños sin juicio,
Ni dueña que les vele.
Los entreabiertos labios
La roja lengua muestren,
Formando las palabras
Con el vino a traspieses.
Y la impetuosa risa,
Brotando de repente,
La blanca dentadura
Y la honda voz enseñe.
Y en desigual latido,
Veré cómo, turgente,
El agitado pecho
Convulso se estremece.
¡Qué hermosa estás, mi Blanca!
Bebe, alma mía, bebe,
Y el mundo que murmure,
Que el mundo es un imbécil.
Dicen que hay una tierra
Do habitan unas gentes
Con lanzas en las manos
Y cascos en la frente.
Que sin solaz ni tregua
Se acechan y acometen,
Volando atentos unos
Mientras los otros duermen.
Que guardan las ciudades
Con torres y con puentes,
Y que cuando unos mandan
Los otros obedecen.
¡Locuras, Blanca mía,
Estar lidiando siempre
Porque los unos salgan
O que los otros entren!
Sin duda que han perdido
Su vino y sus mujeres,
Cuando en tales manías
Han dado aquellas gentes.
Bebamos, Blanca hermosa,
Brindemos... Mas ¿qué tienes?
¿Por qué el cendal desciñes
De la cintura leve?
¿Por qué sobre la mano
Doblas así la frente?
Acaso los licores…
¡Ay, Blanca, tú te duermes!
Besaréla en los labios;
Tal vez cuando despierte,
Mi blando beso en ellos
Acaricie y estreche.
Adiós, hermosa Blanca,
Tranquila y quieta duerme,
Y si despiertas pronto,
A los licores vuelve.
Así se goza, Blanca:
Bebe, alma mía, bebe,
Y el mundo que murmure,
Que el mundo es un imbécil.