A Antonio
Grande llaman, Antonio, -¡qué simpleza!- a los que mueren por la patria cara... ¿Ves qué manera tan inculta y rara tiene la plebe de adquirir grandeza? Mete por esos hierros la cabeza; derriba la columna, rompe el ara; si te falta valor, vuelve la cara; que, de espaldas, asusta tu fiereza. ¡Murieron de arrojados e inexpertos!... Y ¿han de estar por tan fútiles motivos, de grandeza y honor siempre cubiertos? ¡Acaben los recuerdos aflictivos! ¿Qué importan las cenizas de los muertos a quien vende la sangre de los vivos?