A Aminta, que se cubrió los ojos con la mano

(Parnaso español)

de Francisco de Quevedo


Lo que me quita en fuego, me da en nieve
la mano que tus ojos me recata;
y no es menos rigor con el que mata,
ni menos llamas su blancura mueve.


La vista frescos los incendios bebe,
y, volcán, por las venas los dilata;
con miedo atento a la blancura trata
el pecho amante, que la siente aleve.


Si de tus ojos el ardor tirano
le pasas por tu mano por templarle,
es gran piedad del corazón humano;


mas no de ti, que puede, al ocultarle,
pues es de nieve, derretir tu mano,
si ya tu mano no pretende helarle.