A *** (1 Althaus)
Tu beldad seductora me convida
con un mundo de dicha y de placer:
pero yo, en cambio, a tu serena vida
sólo puedo dolores ofrecer.
¡Ah! no juntes tu suerte con mi suerte,
ve que te diera mi destino horror:
mi amor, señora, es el dolor, la muerte;
huye por Dios de mi fatal amor.
Digno no soy de tu beldad celeste,
no merezco tu puro corazón:
nunca, un suspiro este infeliz te cueste;
básteme tu amistosa compasión.
Sólo te pido que en mi triste losa
esos ojos que afrentan al zafir
derramen una lágrima piadosa
«que haga mi helado polvo rebullir».
Esta poesía forma parte del libro Obras poéticas (1872)