120 años de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile: 5


La Biblioteca del Congreso Nacional como Centro de Recursos de Información y Asesoría para el Parlamento. editar

Maríalyse Délano Serrano


La gestión de Ximena Feliú Silva 1990- 2003 editar

Durante el periodo del Gobierno militar, la Biblioteca del Congreso Nacional continuó proveyendo servicios a la comunidad y a las comisiones legislativas de la Junta de Gobierno. Luego de 17 años de inactividad parlamentaria y sin representantes electos, el retorno a la democracia generó modificaciones sustantivas en el quehacer del país y quiebres respecto a la cultura del hacer instalados durante esos 17 años. La Biblioteca inició un profundo cambio que respondía, además, a la nueva situación que vivía el país en el último decenio del siglo XX, reflejo de la innegable influencia que recibía desde el exterior.

La caída del Muro de Berlín marcó simbólicamente el inicio de profundas alteraciones en el mundo. El fin de la polarización ideológica dio paso a reflexiones y debates políticos en todo el orbe, modificando ejes y miradas sobre la sociedad, la democracia y la economía. También las nuevas tecnologías de información y comunicaciones irrumpieron en la mente y en la vida práctica de la ciudadanía y de las naciones, equipándolas de un instrumental cada vez más accesible, masivo y amistoso, pero también más individualista. Todo un desafío, por cierto, aunque no exento de incertidumbre y expectativas no perfiladas del todo. A esta nueva época se le ha dado el nombre de Sociedad o Era de la Información y, como concepto, se la identifica como uno de los procesos de transformación más acelerados y radicales que haya experimentado la humanidad. En este tránsito, asistimos también a una experiencia nunca vivida anteriormente: lo que ocurre en algún lugar del mundo, es presenciado en tiempo real por personas que se encuentran en otro lugar del mundo. Se evidencia así, la existencia de la llamada “aldea global” anunciada ya por Marshall McLuhan en los años sesenta, aunque bajo un nuevo concepto: la globalización.

El término globalización adquiere una dinámica de big-bang; expansión y contracción de las posibilidades sociales, políticas, económicas y, sobre todo, culturales en el mundo entero, generando interdependencias, desequilibrios y dificultando la decisión de conjugar prosperidad, democracia y ciudadanía.

Al decir de Alain Touraine “Las transformaciones en curso, plantean diversos cuestionamientos a las instituciones democráticas y su funcionamiento en sociedades, donde la información y la imagen juegan un rol central. Este cuestionamiento alcanza al rol de los partidos políticos, la relación entre electores, elegidos y la producción de sentido de la política.”

Chile, en 1990, se enfrentó al desafío de reconstruir la democracia y sus líderes políticos y sociales iniciaron un difícil camino de reencuentro social, luego de un período de aguda polarización. La vuelta a la democracia demandó, entre otros desafíos, el funcionamiento independiente de los tres estamentos del Estado. Sin embargo, las asimetrías en las atribuciones y los desequilibrios de poder entre ellos no garantizarían el balance necesario de sus respectivas autonomías, en pro de la gobernabilidad del país. La modernización del Estado, en ese sentido, se volvió un requerimiento imperioso.

Es en el ámbito del Poder Legislativo donde se emprenden las primeras acciones que llevarán al Parlamento chileno a integrarse al concierto de sus pares en la región y, posteriormente, al de los países desarrollados.

El proceso de modernización del Congreso chileno comenzó con el juramento de los recientemente elegidos representantes, con el inicio de las funciones parlamentarias en marzo de 1990 y, por decisión de sus más altas autoridades, el Presidente del Senado, Senador don Gabriel Valdés Subercaseaux y el Presidente de la Cámara de Diputados, don José Antonio Viera-Gallo Quesney. Impulsado por ellos, se encauzó un proyecto de modernización financiado por el Banco Mundial. También por decisión de los Presidentes, se estableció que el proyecto priorizara el desarrollo de la Biblioteca del Congreso, bajo la premisa de que “un Parlamento es realmente independiente del resto de los poderes del Estado cuando cuenta con información propia y accede libremente a las fuentes del conocimiento necesarias para el desempeño de su labor representativa, legislativa y fiscalizadora”.

Para cumplir con este objetivo, se nombró como Directora de la Biblioteca del Congreso Nacional, a Ximena Feliú Silva, Bibliotecaria profesional de la Universidad de Chile, con amplia experiencia en el campo académico -tanto en Chile como el extranjero- y en organismos internacionales, además de ex funcionaria de la Biblioteca del Congreso hasta 1974, quien asumió el cargo el 1º de Junio de 1990. Cabe resaltar, que se trata de la primera mujer en ejercer esta responsabilidad, así como el cargo de consejera

3.Bases de datos legales en formato digital.

consejera de la Editorial Jurídica. Un signo de los nuevos tiempos.

La Directora Feliú asumió el cargo con el desafío de conducir la Biblioteca hacia la generación de un centro de acopio y difusión del conocimiento relevante para el Congreso Nacional, sustentado en tecnologías, personal capacitado, nuevos servicios y productos, actualización de las colecciones y nuevas formas de gestión. Su misión —inspirada en sus experiencias con el ex Director Isidro Suárez— consistió en lograr insertar a la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, en el concierto de las Bibliotecas Parlamentarias modernas, concebidas como centros de recursos de información orientados al apoyo y asesoría en información y conocimiento, al proceso legislativo y a sus principales actores, los parlamentarios.

El gran desafío que enfrentó, en primer lugar, fue restablecer la naturaleza y función de la Biblioteca parlamentaria en el modelo democrático; la Biblioteca, durante el gobierno militar se había adaptado a la situación política asumiendo un rol de biblioteca pública, proveyendo servicios a la comunidad, a estudiantes e investigadores principalmente en derecho y ciencias sociales. Su presupuesto se vio disminuido, el crecimiento de las colecciones se mantuvo en una menor expresión que períodos anteriores, hubo reducciones de personal, no obstante que anteriormente se había iniciado las primeras etapas de automatización de la base legislativa de datos y los catálogos a través de la participación en la Red Nacional de Información Bibliográfica, RENIB.

La Directora, Ximena Feliú, en la ejecución e instrumentalización de esta visión, se vio ante el imperativo de modernizar la institución en cuanto al equipamiento, las colecciones y la capacitación de los recursos humanos.

Asimismo, hubo que trabajar especialmente en la modernización de los aspectos propios de la gestión con la complejidad adicional de un Congreso que sesionaba, ya no en Santiago, —asiento tradicional del Poder Legislativo— sino que en la ciudad de Valparaíso. La disposición de los espacios físicos en la nueva sede oficial del Congreso Nacional, así como los productos y servicios bibliográficos que ahora debían orientarse hacia su usuario prioritario, junto con hacerlos más eficientes, en adecuación a las nuevas tecnologías de información y comunicación disponibles, fueron aspectos sustantivos de la gestión de la Directora Feliú. En resumen, hubo que dar el gran salto institucional para responder a las exigencias que surgían de la reapertura del Congreso Nacional.

Para el Banco Mundial, era la primera ocasión en que financiaba proyectos de esta naturaleza. El equipo formado por la Directora Feliú elaboró bases de licitación de acuerdo a las pautas del Banco Mundial, las cuales fueron validadas por árbitros internacionales del Banco, siendo aprobadas exitosamente para la renovación tecnológica, obtención de recursos de información, actualización de colecciones y capacitación. Un proceso de alta profesionalización, transparencia y logro de confianzas por parte de las autoridades financieras nacionales e internacionales.

La primera fase de la modernización consistió en poner al día la infraestructura tecnológica, capacitando al personal para su operación y adecuando los servicios a las demandas del nuevo usuario parlamentario. Lo más difícil y complejo de esta etapa fue promover y asegurar el cambio cultural que se requería en todos los actores del ámbito legislativo, lo que fue impulsado a través de talleres, charlas, conferencias y seminarios.

En 1992, al igual que ocurriera con don Jorge Ugarte Vial a fines de los años cuarenta, la Directora fue invitada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, para hacer una estadía en la División de Investigación de la Biblioteca del Congreso de Washington, que asesora exclusivamente a los parlamentarios y a visitar diferentes Estados para interiorizarse de la organización del Sistema de Información de los parlamentos estaduales.

La experiencia adquirida se concretó en la formulación de una segunda etapa modernizadora, dentro del marco de un Plan Estratégico, que permitió renovar y aumentar el equipamiento tecnológico, otorgar mayor presupuesto al área informática, firmar contratos con empresas externas para mantención de la capacidad instalada y desde el punto de vista administrativo, diseñar por primera vez, variables e indicadores para evaluar el desempeño y la eficacia de los servicios. De esta manera, se pudo aportar a los parlamentarios nuevos servicios y productos diseñados de acuerdo a las materias en discusión en el Senado y en la Cámara de Diputados. La nueva Ley Orgánica del Congreso Nacional, que incluyó la reorganización de la estructura administrativa de la Biblioteca, permitió avanzar en la profesionalización del personal y contar con especialistas en el campo de a Computación e Informática y de la asesoría legislativa. Asimismo, la instalación de la Biblioteca en la nueva sede en Valparaíso, permitió una relación más personalizada y eficaz con los parlamentarios. La Directora Feliú durante este período además reincorporó funcionarios exonerados y exiliados durante el Gobierno militar, y contrató profesionales competentes y motivados para formar los equipos de trabajo que colaborarían en este proceso de modernización.

El Proyecto de Modernización y su implementación, finalizó en 1997. Un año después, cuando el entonces Presidente de la República, don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, creó el Comité Interministerial de Modernización del Estado, invitó a la Biblioteca del Congreso a integrarse para transmitir su experiencia en aplicación de nuevas tecnologías, organización, gestión y productividad.

Sin embargo, los cambios en curso se vieron enfrentados a una nueva variable que modificaba parte de lo estructuradamente planificado: Internet irrumpió en el mundo entero, llevando a nuevos procesos de cambio, adaptación y ofertas de servicios a la comunidad y a los parlamentarios. La Biblioteca pasó de la era de Gutenberg al ciberespacio; al proceso de modernización en curso se incorporó Internet, como una revolución; Internet, como una revolución; el cambio superpuesto sobre el cambio, como innegable necesidad adaptativa al mundo cambiante en sus ofertas y acceso a la información.

A contar de 1998 se impulsaron fuertemente los proyectos tecnológicos de alto impacto para la misión institucional: el Sistema de Administración y Finanzas, el Sistema de Archivos de Prensa y el Mejoramiento de la Red de Comunicaciones del Congreso. Estos Sistemas, se sumaron a los ya instalados Sistemas de Información Bibliográfico y el Sistema Jurídico y Legislativo, constituyendo así un gran centro de recursos de información accesible a través del sitio Web de la Biblioteca, el que fue —dicho sea de paso— uno de los primeros sitios del sector público chileno que apareció en Internet. Una medida de su impacto y utilidad puede apreciarse en las 3.300 visitas promedio de usuarios y en las 24.000 impresiones de páginas al día registradas en octubre de 2001.

Asimismo, importantes pasos en la provisión de servicios y productos de información a los parlamentarios fueron la creación de servicios como Estudios y Publicaciones, la Unidad de Apoyo al Proceso Legislativo, el servicio de Asistente Legislativo, atendido por Referencistas Virtuales, accesible vía Internet, y el Sistema Integrado de Información Territorial, SIIT, el cual permite medir los impactos que genera en su región la actividad de los parlamentarios y la del Gobierno en general, en un horizonte temporal determinado y a través de mapas temáticos.

Al término del año 2000, la Biblioteca del Congreso Nacional ya es una reconocida Biblioteca Parlamentaria y, como tal, forma parte de la institucionalidad del país y contribuye con información y conocimiento al fortalecimiento de su gobernabilidad, asegurando la autonomía del Parlamento en este campo y potenciando el encuentro de los ciudadanos con sus representantes. La Directora Feliú instaló la Biblioteca del Congreso Nacional en la comunidad de información y bibliotecas del país y del extranjero como una Institución con servicios modernos, tecnologías y valiosos acopios de contenidos legislativos, disponibles a través de Internet y la red del Congreso Nacional.

Las Bibliotecas, a través del tiempo, se han hecho cargo de los cambios en sus comunidades, en los soportes de información, en las tecnologías para conservar el sentido histórico de mantener la memoria colectiva, proveyendo servicios cada vez más complejos, en que los procesos transformacionales están en el propio núcleo del quehacer de una Biblioteca, como ha sido la del Congreso Nacional. En abril de 2003, luego que la Directora Ximena Feliú se acogiera a jubilación, asumió este cargo —a través de concurso público— la destacada bibliotecaria, doña Soledad Ferreiro Serrano, quien, impulsando ideas innovadoras y desafíos de futuro, inaugura una nueva etapa en la Biblioteca del Congreso Nacional.


Fuentes consultadas

-Informe Final Proyecto de Modernización del Congreso Nacional, abril 1997.

-Memoria de la Biblioteca del Congreso Nacional 1990-2000.

-Touraine, Alain, ¿Podremos vivir juntos?: iguales y diferentes. FCE, 1997.


Fuentes de las fotografías

1 a 6. Archivo BCN