120 años de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile: 4
La Biblioteca del Congreso Nacional entre 1969 y 1990: Procesos de continuidad y cambio
editarXimena Feliú Silva
Primera parte:
editarLa Biblioteca como un Centro de Información Documentada para el Parlamento.
La gestión de Isidro Suárez Fanjul 1969-1 974
En 1969, el senador Salvador Allende Gossens ejercía la Presidencia del Senado y, por derecho propio, la presidencia de la Comisión de Biblioteca, integrada además por el Presidente de la Cámara de Diputados y el Director de la Biblioteca del Congreso. En esas circunstancias, el senador manifestó su interés por generar un mayor acercamiento de los servicios de la Biblioteca del Congreso a los parlamentarios y a la función legislativa. Con este propósito, promovió la reorganización de sus funciones y de su estructura organizativa a través de una Comisión Especial de Reestructuración y Organización de la Biblioteca del Congreso, integrada por personalidades altamente representativas del campo de la Bibliotecología y de la Información.
Paralelamente a la creación de la Comisión, don Jorge Ugarte se acogió a jubilación y fue nombrado en su reemplazo el arquitecto y destacado intelectual don Isidro Suárez Fanjul, con el objetivo de llevar a la práctica las recomendaciones de la Comisión Reestructuradora. Sobre la base de lo realizado por don Jorge Ugarte Vial, cuya larga gestión aportó las herramientas que distinguieron a la Biblioteca como Parlamentaria y la instituyeron como una imprescindible fuente de registro y conservación de la historia política del país, Suárez motivó un proceso de reflexión para “plantear e investigar el sentido y la proyección de la Biblioteca”, generándose una rica discusión acerca de la misión del principal actor y usuario a quien la Biblioteca debe servir, el parlamentario, sin por ello descuidar el acceso a su riqueza bibliográfica por parte de todo ciudadano que así lo requiera. Señalaba, al respecto don Isidro:
“(Las) tareas primordiales de la Nación definen un contenido de problemas y soluciones ante los cuales el legislador debe plantear, escoger y decidir con conocimiento, con previsión, con adecuación real y con imaginación creadora. Para lo cual requiere la capacidad del juicio justo en materias que no siempre son de su especialidad. Esta labor es facilitada en alto grado por la información de las experiencias y el saber de otros hombres. Este saber es recogido en forma susceptible de consulta por la documentación bibliográfica. Por lo cual la Biblioteca de Congreso debe ampliar su registro para recoger e incrementar las materias básicas que iluminan este saber y sus disciplinas respectivas.
La Biblioteca de Congreso deberá perfeccionar las herramientas que actualmente fabrica para el trabajo del legislador (Catálogos de Leyes, Decretos, Historia de las Leyes, Labor Parlamentaria, Archivo de Recortes de Prensa, etc.) y fabricar nuevas herramientas que se estimen necesarias.
Además, deberá construir instrumentos susceptibles de informar adecuadamente sobre la experiencia y saber del mundo entero. Estos instrumentos los deberá trabajar un Centro de Información Documentada que, de un modo permanente y riguroso intelectualmente, provea de una información consistente de los problemas y soluciones que la ecúmene ofrece.
Así tenemos que la Biblioteca del Congreso deberá completar su trabajo bibliotecológico esencial con los métodos más modernos y más factibles en una racionalización que ya se está llevando a cabo, con un Centro de Información Documentada y un Centro de Estudios, prosiguiendo su labor de entregar herramientas al legislador y completarla proporcionándole instrumentos captadores de la realidad mundial.
Y, por último, “in specie aeternitas” (porque una biblioteca vive más que los hombres que en ella trabajan) está la condición misma de servicio de esta Biblioteca, que se dirige al potencial legislador por lo cual ella es educadora en un amplio sentido, dinamizando el saber acumulado a través de su acción a toda la comunidad: acción permanente, sensible y rigurosa, abierta y específica, liberadora de la miseria de la ignorancia y fomentadora de la riqueza cultural”.
Dentro de las conclusiones de la Comisión, que trabajó en subcomisiones específicas, cabe destacar aquellas que se referían a los aspectos técnicos y al diagnóstico de la capacidad instalada, de la idoneidad y capacidad de los funcionarios para cumplir con las funciones requeridas y de las facilidades que para ello brindaba el mobiliario, estanterías, lugares de trabajo y en general las condiciones que permitían una óptima atención de público. Agregó un estudio básico para formular las recomendaciones que se refirieron detalladamente no sólo a las funciones a desarrollar con sus respectivas tareas y metodologías, sino al perfil de los funcionarios que debían contratarse en el apoyo a a función legislativa. Con respecto a esto último, junto a la concepción de la Biblioteca como un Centro de Información Documentada, recomendaba la Comisión la creación de un grupo de trabajo de estudios específicos sobre materias aprobadas como prioritarias en la agenda legislativa, para asesorar más directamente a los parlamentarios.
Estas reflexiones inspiraron el funcionamiento de la Biblioteca hasta 1990 y devinieron en modelo para muchas bibliotecas del país y de Latinoamérica. La gestión de Isidro Suárez fue, desde todo punto de vista, innovadora y, a pesar de encontrarse inmersa en un periodo de inestabilidad social y crisis del sistema democrático, logró un cambio en la cultura del quehacer de la Biblioteca. Su formación y experiencia en un campo disciplinario ajeno a lo jurídico legislativo, le permitió una mirada de conjunto que identificó al personal y a la Biblioteca como elementos coadyuvantes en el cumplimiento de la misión del legislador y a éste, como el motor que impulsa y concreta la normativa que sustenta el desarrollo del país.
Invitó a los jefes responsables del funcionamiento de la Biblioteca a pensar en ella como se piensa en un proyecto de vida: conocer y explicarse el porqué de su origen y de su existencia, ahondar en su naturaleza para entender su misión y proyectarse en sus tareas hacia un norte definido, como el servicio y apoyo al desarrollo del país, a través de la acción legislativa.
El aporte más significativo de Isidro Suárez fue la creación de una verdadera mística de servicio en los funcionarios, a quienes motivó, con éxito, a completar o emprender estudios relacionados con el quehacer de la nueva Biblioteca que emergía.
En el corto período de su gestión de casi cinco años, interrumpida por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, Suárez logró concebir y llevar a la práctica importantes iniciativas:
Incremento y diversificación de materias en el Fondo Bibliográfico. Con especial énfasis en contar con material documental y bibliográfico orientado a responder a las necesidades de información y conocimiento sobre todo lo que concierne a la Nación, acerca del acontecer político de los países limítrofes y respecto del pensamiento proyectivo universal, en lo político social y económico.
Con el objeto de mantener actualizadas las colecciones tanto de libros como de revistas nacionales y extranjeras se establecieron contactos con autoridades académicas en las disciplinas de su especialidad, para orientar la adquisición de obras y suscripciones a revistas relevantes en esos campos del conocimiento.
Publicaciones y organización de grupos de trabajo para atención prioritaria al legislador. Se organizó un grupo de trabajo interdisciplinario con el objeto de distribuir a los parlamentarios un Boletín de resúmenes de artículos de revistas académicas o especializadas nacionales o extranjeras sobre materias a tratar en la Agenda Legislativa. También se enriqueció el grupo de Referencias legislativas y de análisis de la Prensa nacional y extranjera con mayor personal, a fin de mantener al parlamentario informado sobre los acontecimientos políticos sociales económicos o culturales que de alguna manera incidieran en los propios acontecimientos del país. Se inició, asimismo, la confección de bibliografías analíticas selectivas sobre materias de la Agenda Legislativa como base de trabajos de Información Documentada.
Estudios preliminares para automatizar procesos bibliotecológicos. Se realizaron visitas a bibliotecas parlamentarias de Inglaterra, Francia y EE.UU. a fin de conocer y estudiar la aplicación de sistemas, programas y recursos.
Finalmente, es destacable la organización de eventos, que permitieron el contacto de los parlamentarios con diferentes representantes de la cultura nacional y latinoamericana, o con especialistas en materias que se proyectaban como esenciales para el desarrollo de país, por ejemplo “El Encuentro entre Escritores Latinoamericanos y Parlamentarios”, el ciclo de Conferencias sobre la necesidad de mirar hacia el Pacifico, la importancia del Litio en el mundo de la salud y la proyección de su explotación en Chile, entre otros.
La efervescencia política del país se hacía sentir en las calles de Santiago y, especialmente, en las sesiones del Senado y de la Cámara de Diputados, en que se discutían acusaciones constitucionales a distintos ministros del Gobierno de la Unidad Popular. El Congreso sesionaba hasta altas horas de la madrugada y, en consecuencia, el personal de la Biblioteca hacía turnos para atender la demanda de información.
El 11 de septiembre de 1973, pasado el mediodía y habiéndose evacuado al poco personal que había llegado esa mañana a cumplir con sus funciones, la Biblioteca cerró las puertas de su Sede Central en el Edificio del Congreso y las del Anexo en la calle Huérfanos. Las reabrió el día 19 por unas pocas horas y el Director Suárez instruyó al personal para que se mantuviera en sus puestos y no se atendiera público. A los pocos días un contingente militar allanó la Sede de calle Huérfanos, registrando todas las dependencias, confiscando gran cantidad de libros y llevándose detenidos al Director, al Jefe de Finanzas, al Jefe de Indización de la Prensa y a varios funcionarios más, quienes fueron llevados al Estadio Nacional, centro deportivo que, por entonces fue utilizado como campo de prisioneros. La influencia de algunos personeros cercanos a las autoridades militares con quienes se tomó contacto, permitieron que fueran liberados después de varios días de cautiverio. Al cabo de un corto tiempo, el Gobierno militar exoneró a gran parte del personal, entre ellos, al Director Isidro Suárez Fanjul.
Segunda parte: La Biblioteca del Congreso sin Parlamento. El período de don Jorge Iván Hübner GalIo 1974-1990
En 1974, el abogado, ex parlamentario y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, don Jorge Iván Hübner fue nombrado por la Junta Militar de Gobierno como Director de la Biblioteca del Congreso Nacional.
La labor del Director Hübner consistió, en un principio, en mantener los trabajos que tradicionalmente se habían venido efectuando en la Biblioteca, asumiendo ésta una función de biblioteca pública especializada, ya que el destinatario natural de sus servicios, el Parlamento, reabriría sus puertas dieciséis años más tarde.
Sin embargo, por la calidad de la información y documentación jurídica de la Biblioteca y de sus profesionales de referencias legislativas, la institución orientó su trabajo a asesorar a las comisiones legislativas de la Junta de Gobierno.
Asimismo, la administración, consciente de la riqueza bibliográfica y documental de la Biblioteca, conservó e incrementó las colecciones, así como también se privilegió la publicación de Boletines especializados en temas jurídicos y también de carácter literario. Cabe destacar que durante la gestión de Jorge Hübner, se inició en la Biblioteca la automatización de los Catálogos y procesos técnicos bibliotecológicos. Hacia el año 1982, la Biblioteca comenzó los primeros estudios para implementar un sistema electrónico automatizado de información jurídica, que luego se amplió a la creación de un Banco de Datos Jurídicos, propiamente ya en 1985, que prestaría un importante apoyo a la tarea de formación de las leyes.
Dicho sistema —que tuvo su origen en una de las Comisiones Legislativas de la Junta de Gobierno— pasó a pertenecer, en 1990, a la Biblioteca del Congreso, en el entendido de que el contenido de la gran Base de Datos era producto del trabajo de los funcionarios especializados de la Biblioteca. A fines de los ochenta, el sistema operaba con cinco bases de datos: textos actualizados; modificaciones; texto original; jurisprudencia administrativa y normas administrativas.
Asimismo, la Biblioteca fue incorporando, a mediados de los ochenta, sus bases de datos bibliográficos a la Red Bibliográfica Nacional RENIB, liderada por la Biblioteca Nacional.
El tratamiento informatizado de los datos legales, permitiría paulatinamente a la Biblioteca del Congreso ir obteniendo controles de calidad de la información, en cuanto a cobertura, oportunidad y exactitud, como asimismo asumir el procesamiento de los textos legales actualizados, al contar con un instrumento moderno, que posibilitó cambiar el proceso manual de composición de dichos textos, por otro en línea.
Respecto de la información sobre historia de la ley, ésta se procesó entre los años 1973 y 1989, en formularios que permitieron conformar el archivo de los antecedentes de su discusión y aprobación.
Por su parte, las colecciones de la Biblioteca se vieron enriquecidas con la adquisición de material bibliográfico publicado en el extranjero por autores chilenos acerca de la realidad del país y de su proceso político, así como con la recopilación de artículos de prensa de publicaciones periódicas de otros países.
También la sección de Libros Raros y Valiosos incorporó a sus catálogos importantes obras de autores chilenos y extranjeros, primeras ediciones, folletos y publicaciones como la primera edición de La Aurora de Chile, el primer periódico publicado en el país en 1812. También se enriquecieron las colecciones especiales con donaciones como la biblioteca especializada en genealogía del historiador Juan Mujica de la Fuente y la biblioteca personal del senador Ezequiel González Madariaga, además de la colección bibliográfica y documental del poeta Diego Dublé Urrutia, entre otros fondos documentales que han enriquecido a la Biblioteca y han permitido el trabajo especializado de investigadores en las más diversas áreas.
Por último cabe destacar algunas de las publicaciones, antes mencionadas, editadas por la propia Biblioteca del Congreso durante la gestión de don Jorge Hübner, con distintas frecuencias. A saber: Boletín bibliográfico; Efímeros publicación cultural y bibliográfica; Boletín de legislación nacional; Boletín de documentación en Derecho y Ciencias Sociales; Boletín de Autoridades; Boletín del Fondo de música nacional, entre otros.
Fuentes consultadas
-Comisión Especial Reestructuradora. Informe Final Primera Subcomisión de Objetivos y Propósitos. Santiago, enero 1970.
-Vicuña, José Miguel y Neville Blanc. Noticias sobre la Biblioteca del Congreso Nacional, Revista Vigilia, Santiago, diciembre de 1978.
Fuentes de las fotografías
1,2,4,5,6 y 7. Archivo BCN
3. Atlas Geográfico de Chile. Instituto Geográfico Militar, 1970.