(21) Cáceres busca a Panizo


Huancavelica, febrero 11 de 1882.

Señor coronel comandante en jefe del Ejército del Sur.

Las comunicaciones de V.S. y las de la prefectura de Ayacucho me han confirmado en el triste convencimiento de que las fuerzas de su mando son el único obstáculo que contraría los constantes esfuerzos de los hombres de bien a favor de la unificación nacional, desafiando con ciego empeño los votos de la opinión pública que ha agrupado en torno del gobierno provisorio a todos los peruanos y fuerzas del país, a excepción de las de Ayacucho.

No obstante, abriga V.S. el candoroso intento de someter a la opinión de un mezquino grupo de jefes y oficiales, que parece haber puesto en olvido hasta las imperiosas exigencias de la defensa nacional, la gran mayoría del país, que ha librado con justicia la solución de los pavoroso problemas que amenazan su porvenir, al restablecimiento de la unidad y concordia en el seno de la familia peruana.

Cuando la desgracia común toca a las puertas de la nación, revestida con todos los horrores de una guerra implacable de devastación y de conquista, no hay derecho ni tiempo para entretenerse en combinaciones de política. Acudir al peligro con el concurso común, con absoluta prescindencia de colores y banderas de partido, es el único deber que reclama los esfuerzos todos del patriotismo. Sin embargo, V.S. siente y piensa de distinta manera y armado de una estoica indiferencia contempla al frente de sus fuerzas los valerosos sacrificios que el Ejército del Centro consagra a la patria, luchando con el enemigo en condiciones ventajosas, condenando a su aislamiento y abandono, como si en el deber de reparar en lo posible nuestros inmerecidos desastres en el campo de batalla, no tuvieran ellas la más pequeña parte…

Si V.S. ha creído su deber rechazar mi alianza en el terreno de la política, ha debido de aceptarla al frente del enemigo común, siquiera sea por no recrudecer las heridas de la patria con nuestros rencores de familia, que tan bien sirven a los pérfidos planes del invasor.

Puesto que U.S., lejos de volver sobre sus pasos, ha llevado su espíritu de intransigencia hasta desconocer mi autoridad en los departamentos del Centro, y la del gobierno provisorio de la república, estoy firmemente resuelto a ganar las fuerzas de su mando a la causa nacional, haciendo a V.S. responsable ante Dios y los hombres de las consecuencias que sobrevengan y dejándole la triste satisfacción, si llegase el caso, de coronar la sangrienta obra de los chilenos, victimando al ejército de mi mando con el arma que el de V.S. se ha negado a blandir ante el enemigo.

Dios guarde a V.S.

Andrés A. Cáceres


Fuente primaria: Trascripción del Archivo Histórico militar