Álzase Marco Tulio de su asiento
Álzase Marco Tulio de su asiento con grave pompa y majestad divina; tiembla de espanto y rabia Catilina, inmóvil el Senado escucha atento. Brota el raudal sonoro y al momento sálvase Roma de fatal ruina, el pueblo al Cónsul la cerviz inclina, y padre clama en jubiloso acento. Ahora si me preguntas en qué autores adquirió Cicerón el privilegio de arrancar tan magníficos honores, yo ye responderé, que ese hombre egregio, modelo de abogados y oradores, ni estudió a Vinio, ni pisó el colegio.