Álvaro de Bazán (Retrato)

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D. ALVARO DE BAZAN.

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Álvaro de Bazán
Primer Marqués de S. Cruz, Capitán general del Mar Océano: nació en Granada, año del 1526 y admirado de la Europa por sus victorias navales. Falleció en Lisboa en 1588.

D. Alvaro de Bazan, primer Marques de Santa Cruz, Señor de las Villas del Viso y Valdepeñas, Comendador mayor de León, del Consejo de S. M., su Capitán General del mar Océano, y de la gente de guerra del Reyno de Portugal, nació en la Ciudad de Granada á 12 de Diciembre de 1526. Alumno de su padre en el arte de la guerra, participó desde sus tiernos años de los laureles que le habían ceñido. A su lado estuvo en la victoria naval que consiguió de la Armada Francesa sobre las costas de Galicia en 25 de Julio de 1544; y conducidas las presas á la Coruña, quedaron al cuidado del joven Alvaro, mientras su padre dando gracias al Cielo recibía las honras del Príncipe D. Felipe, y los aplausos de toda la Nación. Así pudo salir ya en 1554 como Capitán General de una Armada á custodiar nuestras costas, y proteger el comercio de Indias: y habiendo sabido que los Ingleses socorrian á los Moros de Fez y Marruecos con gran provisión de armas, rindió las naos que las llevaban, y en el Cabo dé Águer, debaxo de la artillería de los Fuertes, quemó todas las naves que en él había, y que embarazaban nuestro tráfico con las pesquerías de Cabo Blanco. Por una razón semejante cegó el rio de Tetuan, quitando aquel asilo á los Piratas, y desbaratando á Hamet Boali, Capitán de aquella Plaza, que salió á impedir la facción con mil arcabuceros y mucha gente de á caballo. Ensayado de este modo en el mando, pasó en 1568 á Nápoles de General de aquellas galeras, baxo las órdenes de D. Juan de Austria. A costa de ricas presas ahuyenta á los Corsarios de aquellos mares, y salva de un naufragio á las galeras de Requesens. Vuelve a España, y con él la tranquilidad del Reyno; pues aseguradas las costas, toma á su cargo el Exército de tierra, y reduce á los rebeldes de Granada á la obediencia del Rey. Acrecienta el número de sus galeras, y mejora su armamento para hallarse en la célebre batalla de Lepanto. En ella se señaló salvando al Príncipe D. Juan, á cuya galera iba a embestir Hazan Chiribi con dos Turcas. Bátelas Santa Cruz, rinde á la Capitana de Hazan, y ahuyenta á su compañera. A vista de las dos Armadas combate al año siguiente a Mahomet Bey, nieto de Barbarroja, que con quarenta galeras Turcas intentaba apresar un navio desviado de nuestra Esquadra. Aborda á la Capitana de Mahomet, muere este en la refriega, y mas de doscientos Turcos, y vuelve á la Esquadra con el triunfo, y un gran número de distinguidos prisioneros. Llévalo consigo á Túnez D. Juan de Austria. Por su orden desembarca el Marques con cinco mil hombres, obliga á huir al enemigo, y gana la Ciudad y su Alcazaba. Desde allí parte con quarenta galeras suyas y cinco de Malta, conquista la Isla de los Querquenes, y hace mil y doscientos esclavos: siendo en estas acciones no menos admirable su disposición para el gobierno de una Armada, que para la disciplina militar de un Exército.

Tranquilizados así los mares de Levante, y encadenado el orgullo de los Otomanos, sale Santa Cruz á teatro mas anchuroso, y oprime con igual gloria las aguas del inmenso Océano. Los derechos de Felipe II á la Corona de Portugal, y la oposición que hallaba en D. Antonio, Prior de Ocrato, exigían poner esta causa en manos del Gran Duque de Alba y del Marques de Santa Cruz. Mientras aquel triunfaba con el Exército, este, nombrado General de las galeras de España, entra en los mares de Portugal, toma las Villas y Fortaleza de Algarve, y en el rio de Lisboa combate y rinde la Armada de D. Antonio. La Corte de Francia sostenía las pretensiones de este, y Santa Cruz con veinte y cinco navios bate á sesenta y dos Franceses cerca de las Terceras, y consigue un triunfo tan completo como glorioso, con muerte del Mariscal Felipe Strozzi, y prisión de muchos Señores de alta gerarquía. Aniquilado este socorro, facilita la conquista de las Terceras: verificala al año siguiente, destruyendo otra Armada de Francia, y en tierra el Exército combinado de Franceses y Portugueses, aprisionando entre otros á Mr. de Chatres, cuñado del Rey Christianísimo y General de sus Armadas en aquellas Islas.

Ufano Santa Cruz con sus victorias, quiere aumentar la serie de ellas con la conquista de Inglaterra. Propónelo á Felipe II desde las Terceras, quando aun bullía la animosidad en sus soldados, y empañaba sus aceros la sangre de los rebeldes; pero el Rey la dilata sin desaprobación. Los daños que Drak hacia en nuestra América precisan á Felipe á poner los ojos en nuestro Héroe (según expresión del Rey en una de sus cartas), y á buscar en él el remedio de tantos males. Insiste en su propuesta en vano; pero logra el apresto de una Armada para América, cuya expedición no se realizó por haber los Ingleses abandonado aquellos mares. Consigue al fin del Rey la jornada á Inglaterra: hace el Marques un plan exactísimo y bien combinado, y quando preparaba en Lisboa el vasto armamento de esta poderosa Armada llamada la Invencible, terminó sus días en aquella Ciudad en 8 de Febrero de 1588. Su muerte fue el principio de las desgracias que la sucedieron; y la Nación al llorarlas no podía dexar de lamentar una pérdida, cuyo valor calificaba el infausto éxito de sus grandiosos proyectos. Héroe no menos glorioso en los mares que en los Exércitos, cuyo mérito trató su tiempo con igual circunspección que la posteridad, pues viviendo oyó y vió impreso su panegírico como Trajano, y su retrato, hecho por el célebre Felipe de Liaño, solicitado del Emperador Rodulfo de Alemania. La memoria de sus hazañas ha empeñado á otros dos ilustres Españoles á celebrarlas en distintos tiempos con eloqüencia y dignidad. ¡Quan arduo, pues, no debe ser el empeño de resumir en cortas lineas los hechos que no cupiéron en las enérgicas plumas de tan dignos panegiristas!


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