¡Oh tarde luminosa!
¡Oh tarde luminosa! El aire está encantado. La blanca cigüeña dormita volando, y las golondrinas se cruzan, tendidas las alas agudas al viento dorado, y en la tarde risueña se alejan volando, soñando... Y hay una que torna como la saeta, las alas agudas tendidas al aire sombrío, buscando su negro rincón del tejado. La blanca cigüeña, como un garabato, tranquila y disforme, ¡tan disparatada!, sobre el campanario.