Oigamos el servil patriota,
ensuciador de papel,
lacayo de poderosos,
esbirro de hombres de bien;
liberal de horca y cuchillo,
inquisidor de café,
predicador de exterminio,
emulo de Muravief:
que en el nombre de las luces,
e ignorando el a, b, c,
sigue el trillado sendero
de mil necios como él,
óigame, porque ya apesta
su sempiterno moler,
y su vetusto argumento,
estribillo o almirez,
que afirma que el clero falta
á su misión y deber
y es de paz la religión
que Cristo legó á su grey.

Tal arguye, tal machaca,
tal repite hoy como ayer,
y tal dirá el año entrante,
dentro de un siglo y de cien,
un progresista de lomo
–pues de lomos nunca fue–
que no sabe más que un trote,
como mula de alquiler.

–Plaza á la gente y aparta,
transeúnte de cordel,
que yo soy hombre y atajo
andando el paso y á pie.
¿Por qué, ¡oh señor tolerante!
tendré yo estrecho deber,
cuando Vd. no me tolera
de tolerarle yo á Vd.?
¿Por qué seré oscurantista,
yo con el sol de la fé
y su merced ilustrada
con el candil de Voltaire?

¿Por qué loca mansedumbre,
verdad, justicia, honradez,
cobardemente han de echarse
de la maldad á los piés?
¿Por qué el Sér inteligente
que es del universo rey,
en las fieras del desierto
ha de abdicar su poder?

Basta, rocín, que soy hombre;
tú tienes hambre y yo fé;
tú desbarras, yo razono;
tú eres Caín y yo Abel.
No cabe aliar lo antitético,
tu conciencia y mi deber,
ni la luz con las tinieblas
ni á Cristo con Lucifer.

No hay paz, caridad ni lógica
que hagan á nadie entender
jamás que lo negro es blanco
y que dos y tres son seis.

Dios, que es Dios de los ejércitos,
y el gran pueblo de Israel,
y el bizarro Matatías
(mata tíos como Vd.)
dicen que con progresistas
más eficaz siempre fue
una razón en la espalda
que cincuenta en el papel,
y antes que tu planta inmunda
toque á mi altar y mi ley,
cual David contra Goliat
mi piedra te arrojaré,

y si, no obstante, me aplasta
tu fuerza, que es la del buey
y cual pastor desarmado
me arroja tu masa soez,

sabe que para humillarte
habré dejado al caer
palabras que son de vida,
que germinarán después:

Que harán que un día los hombres
te lleguen á conocer,
y por sacudir tu yugo,
alzándose en somatén
te conduzcan al establo,
te amarren á una pared
y aplicándote en justicia
tu propia bárbara ley,
rediman al mundo esclavo
del sable horrible y cruel
que un tirano y otro heredan
de los años á través.

Así tu brutal reinado
cesará por siempre amén,
y el caos y la licencia
de la moderna Babel;
así acabará el escándalo
de andar el mundo al revés,
y gobernar los bandidos
sobre los hombres de bien;
así el diablo que escapado
de bajo de San Miguel
se metiera á revoltoso
por no saber ya qué hacer,
tornaráse á sus cavernas
y Dios volverá también
a enviar la paz á la tierra
que solo concede EL.


Fuente editar