¡El amanecer!
El gallo canta... y la mañana impía
despierta con su luz a los humanos,
haciéndoles trocar delirios vanos
por el forzoso afán de un nuevo día.
Tornan, pues, a embestirles con porfía
la ambición y el amor, fieros tiranos,
los ímprobos trabajos cotidianos...
la deuda, el jefe, el tedio, la manía...
Y, en tanto, el amador desposeído,
que en sueños compartía la almohada
con tal o cual mujer que hubo querido,
el implacable día lo despierta
para hacerle mirar a su ex amada
vieja, casada, monja loca o muerta.