¡Antes de matar, morir!

Todo en broma
¡Antes de matar, morir!

de Vital Aza


¡ANTES DE MATAR, MORIR!
O
EL CASTIGO DE UNA DAMA

(Escena final de un drama
que me propongo escribir.)
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LA MARQUESA (con pasión
a Julio, que está a su lado).
–¡Yo siempre, Julio, te he amado
con todo mi corazón!
¡Sólo tu amor es mi vida!
¡Sin él soy muy desgraciada!
¿Qué me importa el mundo? ¡Nada!
¡Róbame! ¡Soy tu querida!
JULIO (vacilando). –Yo...
la verdad... te quiero... pero...
¿Yo robarte?... ¡No!... ¡No quiero!
LA MARQUESA.– ¿Conque no?
¡Y dices que me amas! ¡Ah!
(Llorando). ¡Triste de mí!
JULIO.– ¡No llores así!
LA MARQUESA.– ¡Quita allá!
¡Con tus palabras de hielo
aumentas, ¡ay!, mis enojos!
(Enjugándose los ojos
con la punta del pañuelo).
¡Ingrato! (Con altivez).
¡Ingrato! (Fuera de sí).
¡Ingrato! ¡Y yo te creí!
¡Ingrato!
JULIO.– ¿Otra vez?
(Va a abrazarla). ¡Por piedad!
(La Marquesa le rechaza,
pero al fin Julio la abraza
con toda tranquilidad).
¡Oye mi acento amoroso!
Dispuesto a servirte estoy;
pero no olvides que soy
muy amigo de tu esposo.
¡Si huimos nos delatamos!
¡Es peligrosa tu idea!
Mas ya que lo quieres, ¡sea!
¡Vamos!
LA MARQUESA.– ¡Vamos!
JULIO.– ¡Pero, no! ¡Detente!
(Atrayéndola hacia sí).
¿Para qué marchar, si aquí
estamos perfectamente?
¿A qué esa fuga, alma mía,
ni a qué esos vanos extremos,
si aquí, en tu casa, nos vemos
a todas horas del día?
LA MARQUESA.– ¡Yo te adoro
y haré lo que te conviene!
EL MARQUÉS (que se detiene
junto a la puerta del foro).
–(¿De qué hablarán esos dos
que tan juntitos están?)
JULIO.– ¡Mi vida! ¡Mi afán!
LA MARQUESA.– ¡Sabe Dios,
Julio mío, que es eterno
este amor que siento aquí!
¿Tú me quieres?
JULIO.– ¡Oh! ¡Sí!
EL MARQUÉS (aparte).– ¡Cuerno!
LA MARQUESA.– ¡Te amo tanto,
que sin ti me moriría!
JULIO.– ¡Mi amor! ¡mi alegría!
¡Mi luz! ¡Mi dicha! ¡Mi encanto!
EL MARQUÉS (que entra furioso).
– ¡Mal amigo! ¡Esposa infiel!
LA MARQUESA.– ¡Cielos! ¡Él!
JULIO.– ¡Gran Dios! ¡El esposo!
(Pausa). EL MARQUÉS (con desvío).
–¡Debo matarte y no puedo!
LA MARQUESA (con un miedo
de padre y muy señor mío).
–¡Perdón, yo soy incapaz!...
¡No en mí tu furia desates!
¡No me mates, no me mates!
¡Déjame vivir en paz!
EL MARQUÉS.– En compasión
se trueca mi justo encono.
Levántate, te perdono
con todo mi corazón.
JULIO (aparte).– ¿El Marqués es
un pillo, o tonto quizá?
(Este aparte lo dirá
sin que lo escuche el Marqués).
LA MARQUESA.– ¡Te he faltado!
EL MARQUÉS.– ¡Me lo figuro!
¡Mira lo que en este apuro
hace un marido ultrajado!
(Saca un puñal y se hiere).
LA MARQUESA.– ¡Santo cielo!
JULIO.– ¡Un marido modelo!
EL MARQUÉS.– ¡Ingrata! (Muere).
LA MARQUESA.– ¡Oh, no, Dios santo!
¡Escucha!... ¡No lo permito!...
¡Muerto! ¡Muerto! ¡Pobrecito!
¡Y yo que le amaba tanto!
(Cae al suelo de repente).
¡Jesús! ¡Mi infamia me abisma!
(Se muere de un aneurisma
de la aorta descendente).
JULIO (aterrado).– ¡Ella! ¡Oh!
¡Muerta! ¡Mi amor! ¡Mi delicia!
¿Llaman? ¡Será la justicia!
¿Debo suicidarme? ¡No!
¡Pero sí! ¡Yo me suicido!
¡Así se portan los buenos!
¡Yo aquí no debo ser menos
que la esposa y el marido!
(Se dispara un tiro y muere).

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(¡Y después de tanto horror,
si no matan al autor
será porque Dios no quiere!)