XII



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Y aquí hay que dar otro tajo
a mi charla que no cesa
de hilar versos a destajo;
nos olvidamos, condesa,
de que sin tiempo y con priesa
y arrancándome al trabajo,
tu orden urgente y expresa
por aquí a correr me trajo.

Corramos, pues; que el deber
me va muy pronto a llamar,
y el tiempo me va a faltar
contigo para correr
por esta orilla del mar.



¡Alza! De rayo y cometa
con la fugaz rapidez,
saludemos a Iraeta,
do pasaste tu niñez
como mariposa inquieta:

y no mires hacia atrás,
que en esa tranquila estancia
hoy ya tan sólo hallar vas
los recuerdos de la infancia,
que, ida, no vuelve jamás.

Ni mires si lucen bien
los eléctricos fanales,
que ha puesto para que den
alegría a sus frutales
el barón de Sangarren;

y véannos como a errantes
sombras, que un sueño amontona
y borra en breves instantes,
los absortos habitantes
de la salubre Cestona.