Un literato sin letras

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Un literato sin letras.

Un asentista que habia llegado á reunir muchos millones, después de haber provisto sus bodegas de vinos, conoció que para montar su casa á la altura de su bolsillo y ponerse al nivel de los grandes hombres, necesitaba indispensablemente tener biblioteca. El bibliófilo encargado de satisfacer este gusto, consultó con el ricacho sobre el partictilar, deseando saber, como era justo, la especialidad del nuevo sabio, para enriquecer la librería con aquel ramo de literatura en que se distinguiese.

— ¡Ah! eso es muy fácil, dijo el asentista; yo solo conozco dos clases de libros.

— ¿Y cuáles son esos?

— Los pequeños y los grandes; los primeros los colocarás arriba, como en la librería del duque de... los segundos abajo, y asunto concluido.