Rosaura
de Alejandro Arango y Escandón


 Risueña, ufana, sobre el césped blanco,
 de abril en tarde plácida y serena
 está Rosaura en la floresta amena,
 al son de alegre tamboril bailando.
 

 Rosas, jazmines, a su paso echando,
 aplaude el pueblo y la comarca atruena,
 y va la vida de donaire llena,
 rosas, jazmines, a su paso hollando.
 

 Pero ¿y mañana? al despuntar la aurora
 y no bien aparezca su lucero,
 tendrá ya dueño que en el alma adora.
 

 Y si dice su señor: «No quiero»,
 por más que gima la gentil pastora,
 será este su bailar postrero.