Rosa de Melancolía

El pasajero
de Ramón María del Valle-Inclán


Era yo otro tiempo un pastor de estrellas,

y la vida, como luminoso canto.

Un símbolo eran las cosas más bellas

para mí: la rosa, la niña, el acanto.


Y era la armoniosa voz del mundo,

una onda azul que rompe en la playa de oro,

cantando el oculto poder de la luna

sobre los destinos del humano coro.


Me daba Epicuro sus ánforas llenas,

un fauno me daba su agreste alegría,

un pastor de Arcadia, miel de sus colmenas.


Pero hacia el ensueño navegando un día,

escuché lejano canto de sirenas

y enfermó mi alma de Melancolía.