Ramos de violetas 28

Nota: Se respeta la ortografía original de la época


El 28 de Octubre


A mi buen amigo D. Francisco Ruet


Hoy es un día sagrado, porque hoy se conmemora
el hecho que dió vida á tu perdido ayer:
tu entrada en este mundo, en donde el hombre llora
desde el primer momento, quejándose al nacer.

Suceso que le sirve de prólogo á tu historia
que alborozados todos debemos bendecir,
porque has embellecido la vida transitoria
de aquel que una vez sola tu acento llegó á oir.

Sectario de Lutero, filósofo creyente,
seguistes su reforma del adelanto en pos,
diciendo como él dijo, con entusiasmo ardiente:
la ciencia eterno efecto, su sola causa es Dios.

España que atesora gigantes catedrales
é imágenes hermosas en bronce y en marfil,
que aun tiene procesiones, divinos carnavales,
idólatra en su culto, fanática y gentil.

Al escuchar tu acento, que la verdad decía,
¿qué había de hacer? hundirte en lóbrega prisión,
porque aun no era llegado el venturoso día
que España conquistara su justa redención.

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Lució una nueva aurora, volvistes á tus lares
ansiando que imperara la ley de la igualdad,
y en bosques y en colinas y á orillas de los mares
digistes que era Cristo la luz de la verdad.

Los hombres te escucharon, algunos te siguieron,
y yo también tus huellas entonces las segui:
pues tus predicaciones la convicción me dieron
que el mundo había sido un desierto para mí.

Mas como dado un paso seguimos adelante,
que así debe cumplirse la ley de progresión,
yo no encontré en Lutero exactitud bastante
para fijar las leyes que rigen la creación.

Lutero fué un gran hombre, adelantó de un modo
que su recuerdo siempre el mundo guardará,
pero si se analiza su religión del todo,
decimos: esto es poco, sigamos más allá.

Y yo seguí buscando la irradiación suprema,
el foco en que brillara la inextinguible luz,

que para mí no estaba resuelto el gran problema,
yo no divinizaba la historia de la cruz.

Y lógico encontraba el éxtasis profundo
del alma embebecida en sueño celestial,
cuando agitarse vemos segundo por segundo...
los átomos que forman el globo universal.
 
Las religiones todas nos pintan un paraje
en donde vive el alma en plácida quietud,
y en la inacción, ¿qué vale su célico homenaje?
sin lucha y sin peligro, ser bueno no es virtud!

En la naturaleza, nos dice el gran Descartes
que hallaba espacio y tiempo, lo mismo encuentro yo,
y necio ha sido el hombre, al dividir en partes,
el todo que el Eterno jamás lo dividió.
 
Por eso yo he buscado con incesante anhelo
la lógica esperanza que irradíe la verdad,
y en el Espiritismo hallé para consuelo
progreso indefinido y eterna actividad.

En el Espiritismo no hay límite marcado,
eterna es la existencia y eterno el porvenir;
nosotros no tenemos paraje prefijado,
y aun la postrer palabra no hemos llegado á oír.

Tú sigues otra senda, creyendo que Lutero
resuelto el gran problema por siempre nos dejó;
en un error te encuentras, y demostrarte quiero
que al alfa y al omega ningún hombre llegó.

Por eso infatigables, debemos á porfía
buscar la oculta fuente de inmenso manantial;
que no se magnetice la humana fantasía...
que reconozca el hombre la ley universal.

Si tu tienes talento é ilustración bastante,
¿por qué al Espiritismo lo miras con desdén;
se encuentra convencido tu espíritu gigante
que niegas el infierno y aceptas el edén?

Los hombres de tu temple se encuentran obligados
á demostrar la causa que alienta su razón;
no basta que tú niegues los hechos consumados,
sin pruebas... ¿de qué sirve tu grave impugnación?

No basta que en tu templo nos digas que es locura
la ciencia espiritista, que es sola idealidad,
¿dónde no hay objeciones se puede por ventura
decir rotundamente es ésta la verdad?

Es tu palabra fácil, tu entendimiento claro,
¿por qué no entras en lucha y en franca discusión?
Si á convencernos llegas, diremos sin reparo
que á tí hemos debido la luz de la razón.

Nosotros no aceptamos de viejas religiones
sus templos, sus altares, su culto y ciega fé,
mas siempre respetamos antiguas tradiciones,
porque existir debía lo que en un tiempo fué.

En todas las edades buscó nuestra conciencia
un algo misterioso del cual fuimos en pos,

<poem>y el siglo diez y nueve, pretende por la ciencia,

llegar directamente á conocer á Dios.

La escuela espiritista, que juzga y que razona,

es hija de su siglo y busca clara luz; los átomos uniendo, las vidas eslabona y dice al fanatismo: ¡atrás con tu capúz!

¡Atrás con tus errores! la ciencia se adelanta,

perfora las montañas, los mares desunió; el globo hendió los aires y el hombre se levanta en nuevos continentes que en sueños contempló.

Se inquiere, se analiza, se busca en lo creado

la causa del efecto, el punto primordial; y yo que siempre en mucho tu ciencia he respetado, te digo: ven y acepta la lucha universal.

Adios; que buenos genios otorguen en tu día

raudales de suprema, de santa inspiración, y brote de tus labios sublime profecía y brille eternamente la luz de tu razón.

Adios; en tu camino hallé la santa huella

del hombre que muriendo salvó á la humanidad, pues su memoria ha sido nuestra polar estrella; ¡feliz de aquel que imita su amor y caridad!

1874.