Política de Dios, gobierno de Cristo/Parte I/V

IV
Política de Dios, gobierno de Cristo
de Francisco de Quevedo y Villegas
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Ni para los pobres se ha de quitar al rey. (Joann., 12.)

Maria ergo accepit libram unguenti nardi pistici pretiosi, et unxit pedes Jesu, et extersit pedes ejus capillis suis: et domus impleta est ex odore unguenti. Dixit ergo unus ex discipulis ejus, Judas Iscariotes, qui erat eum traditurus: Quare hoc unguentum non veniit trecentis denariis, et datum est egenis? Dixit autem hoc, non quia de egenis pertinebat ad eum, sed quia fur erat, et loculos habens, ea quae mittebantur, portabat.

«María tomó una libra de ungüento precioso de confección de nardo, y ungió a Jesús los pies, y los limpió con sus cabellos, y llenose la casa de fragancia con el ungüento. Dijo uno de sus discípulos (Judas, varón de Carioth, que le había de vender): ¿Por qué no se vende este ungüento en trescientos dineros, y se da a los pobres? Dijo esto, no porque tenía el cuidado de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo bolsas, traía lo que daban».

¡Qué desigual aprecio, y qué apasionado es el de la codicia! En trescientos dineros tasa el ungüento, quien dio a Cristo por treinta: no pensaba Judas sino en vender cuidadosamente. El Evangelista añade aquellas palabras: Uno de sus discípulos; para que se vea que entre los suyos, los de su lado, los escogidos, está quien lo ha de vender.



Si quien ordena y propone que se quite de la autoridad y reverencia del rey para venderlo y darlo a los pobres, es Judas que había de vender a Cristo; quien lo quita del rey para venderlo a los ricos contra los pobres, ¿qué será? No da a los pobres quien quita de Cristo para ellos: ése es Judas, no limosnero; ése es ladrón, no ministro. El que quita del labrador, del benemérito, del huérfano, de la viuda, en quien se representa Cristo, para otra cosa, ése es ladrón. ¿No sabía Judas mejor que nadie que su Maestro era el más pobre de todos los hombres? ¿No le había oído decir que no tenía dónde reclinar la cabeza? Pues ¿cómo, habiendo de pedir a los pobres para él, quiere quitarle para los pobres, que siempre tendrá consigo? Achaque era, no celo el suyo. Para conocer esta gente y este lenguaje y estos ministros, haga el rey lo que advierte el Evangelista: «Y no porque tenía los pobres a su cargo». Metiose en lo que no le tocaba: su oficio era la despensa, y no la limosna. Quien del patrimonio de vuestra majestad, de sus rentas y vasallos, de su regalo, de su casa, quita para diferentes designios, sea para lo que fuere como no vuelva a su reputación el útil, ése Judas es, de Judas aprendió; porque quitar del rey, llévese donde se llevare, dese a quien se diere, es hurto forzoso. No hay necesidad más legítima que la del buen rey, ni hombre tan pobre; y quien pone al rey en mayor necesidad, destruye el reino; y es arbitrio de los ministros imitadores de Judas poner en necesidad al rey, para con los arbitrios de su socorro y desempeño tiranizar el reino y hacer logro del robo de los vasallos; y son las suyas mohatras de sangre inocente. Rey sobre sí, y cuidadoso de su hacienda y reinos, lejos tiene estos ministros que hacen su grandeza y sus casas con poner necesidad en los príncipes.



Metiose Judas de despensero a consejero de hacienda: por eso sus consultas saben a regatón. Con haber tantos años, no ha descaecido esta manera de hurtar: pedir para los pobres, y tomar para sí. ¡Cosa admirable, Señor, que en ningún otro lugar la pluma de los evangelistas se enojó con nadie, ni con el que dio a Cristo la bofetada, ni con quien le escupió, ni con los que piden le crucifiquen, ni con Pilatos, ni otro algún ministro más crudo; antes benignamente los nombra, y con modestia piadosa refiere sus acciones! Sólo de Judas escribe en este caso, más terrible y severo que cuando vendió a Cristo, pues allí refiere el sujeto sin ponderar la maldad, y aquí le llama ladrón y hipócrita, y no le perdona nota ni infamia alguna. San Juan escribe por Cristo, de quien bien sabía la voluntad y el sentimiento: y así habla en este caso palabras llenas de indignación y de ira, porque Judas aquí quería vender los pobres. Y Cristo, y por él San Juan, parece que siente más que Judas venda los pobres: pues Judas vendió a Cristo para remedio de los pobres y si bien él no tuvo esta intención, Cristo por los pobres y para ellos fue vendido; y es cosa clara que había de sentir sumamente ver que Judas quisiese vender aquéllos por quien él propio se dejó vender del mismo.



Señor, vuestra majestad no tiene otra cosa que haya de estar más firme en su ánimo, encargada por Dios, que el castigo del consejero que pide para los pobres, y los vende. Podría en algunas concesiones de las Cortes, y en los demás servicios tenerse cuidado con este lenguaje de Judas, cuando el que concede medra y el reino padece. Pobres vende quien enriquece pidiendo para ellos, y quien alega por méritos y servicios la ruina de los que se le encomendaron. Miren los reyes por los pobres, que entonces habrán entendido que el primer pobre y más legítimo necesitado es el buen rey. Rey que se gobierna, rey que se socorre a sí mismo, y se guarda y mira por sí, ése mira por sus reinos. El que se descuida de sí propio, y se deja y olvida, ¿por quién mirará, ni de qué tendrá cuidado? Aquí da voces San Juan a vuestra majestad como privado de Cristo: temerosas palabras son las suyas. Quien de las personas, criados, hijos, vasallos beneméritos quita o pide la hacienda, honra u oficios con título de darlo a pobres o emplearlo mejor, en la boca del Evangelista es Judas; y llámese como se llamare, a él le nombran las palabras «ladrón que tiene bolsa». El buen ministro conocerá vuestra majestad, si, cuando los ministros despenseros y el consejero Iscariote le propusieren cosas semejantes, en que se trata de vender a los pobres o quitar de la persona real, -pusiere en la consulta de buena letra: «vuestra majestad no lo haga». Quien se lo aconseja es Judas que le ha de vender: no lo hace por los pobres que están encomendados a vuestra majestad, y no a él; ladrón es; talegones trae; lo que dan se lleva; caridad fingida es su mercancía, piedad mentirosa es su ganancia. Para los pobres pide; y pidiendo para ellos, hace pobres y se hace rico. ¡A qué de consultas está respondiendo San Juan desde el Evangelio, porque los príncipes no pretendan haber pasado sin advertimiento, y por quitarlos la disculpa maliciosa! ¡Gran voz contra quien se descuidare en esta parte para el tribunal postrero de la mejor vida! Atienda vuestra majestad a las señas que aquí le da San Juan de los que venden a los pobres. Dice que son los que han de vender al propio rey, que tratan de lo que no les toca; que son ladrones; que tienen bolsas, y llevan lo que se da. Con la pluma los dibuja San Juan, en la voz los nombra, con el dedo los muestra. Veislos ahí (dice a todos los que reinan); y si no queréis que os vendan, no tengáis ministros despenseros que tengan bolsones y tomen lo que se da, ni tengáis por consultor al ladrón. ¡Oh gran cosa! Dos privados Juanes tuvo Cristo: el Bautista enseñó con la mano el Cordero a los lobos; y el Evangelista en el Evangelio enseñó con la pluma los lobos al Cordero.