Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas Castillas: Juan Español

Juan Español
de Luis Montoto
Juan Español

Juan Español se desdobla en muchos Juanes. Lo busqué en el pueblo que trabaja, y encontré a Juan Albañil, Juan Minero, Juan Maquinista, Juan Pescador, Juan Predicador, Juan Segador, Juan Soldado, etc., etcétera. Hablé en un libro de sus trabajos, de sus fatigas, de sus dolores...—libro que intitulé Historia de muchos Juanes—, no con otro intento que con el de dar la voz de alerta. Ha de esto muchos años. Por la serenidad de sus aguas, el lago entonces parecía dormido; pero se oía como el rumor de ola lejana, y alguna nubecilla empañaba el horizonte. No mucho después se desencadenaron los vientos y sobrevino la tempestad. Juan Español flota sobre las aguas.
Juan Español ha recorrido toda la tierra, dejando al paso recuerdo perdurable. Inventó continentes, halló mares, dió la vuelta al mundo, evangelizó a muchas gentes. Llegó al pináculo de la gloria y cayó en la sima del olvido. Como siempre lo dirigía el general No Importa, lo mismole ha dado por lo que va que por lo que viene; y como Doña Rutina mandaba en su casa, abominó de todo procedimiento nuevo. Sobre el arado patriarcal surcó sus tierras; y cuando reunió algunas doblas, las guardó en el arca para que no les diera el aire. Se dejó gobernar por quien quiso desgobernarlo, y se tendió a la bartola, esperando que le cayese el maná. De cuando en cuando entraba en tratos con quienes se fingían sus camaradas, y, a la postre, salía con las manos en la cabeza. Un día sacudió su modorra y le ajustó las cuentas a quien quiso civilizarlo a cañonazos. Lo mismo tiraba de la carroza del rey Fernando, que rompía las cadenas que lo aherrojaban. Enronqueció de tanto gritar, ya ¡viva!, ya ¡muera! y... como siempre, lo mismo le daba por lo que iba que por lo que venía.

¡Oh pacientísimo, oh beatísimo Juan Español! Se cae de bueno... y de indolente. Vió pelar las barbas a su vecino, y no sé si ha echado las suyas en remojo. Cabalgando sobre el rocín de Sancho, todavía anda a vueltas con aquello de la hidalguía de Don Quijote. Preciábase un tiempo de ser en todo original, luego lo copió todo, y aún continúa copia que te copia, y, por desgracia, no lo más bueno. Manirroto, despilfarró un tesoro, el tesoro que le dieron las Américas, y hoy parece que se va enterando del valor de la moneda. A ratos rentista, a ratos acaparador, las máquinas no le estorban, pero... le estorba lo negro. Algo se le ha entrado por el alma, que lo trae inquieto y desasosegado y le hace andar la barba sobre el hombro. Dios vele por él, pero... fíate de la Virgen y no corras.