Paso, Amadís, que el reino del espanto

A un perro que mordía a quien tomaba la mano a su ama


Paso, Amadís, que el reino del espanto
tiene perro a la puerta, que no el cielo,
porque las dos figuras de su velo
si muerden con calor, no ladran tanto.

Dejad la mano, suspended el llanto,
que más parece invidia que buen celo;
de lo que no coméis, menos desvelo:
o sois perro, Amadís, o sois encanto.

Con ser melindre, presumís de alano,
o en vuestra lana Júpiter se muda,
que si es de celos no ladráis en vano.

Si a mi fuego ponéis su nieve en duda,
basta que tenga su desdén la mano:
que sois muy chico para ser de ayuda.