Parnaso español 116

Muestra lo que se indigna Dios de las peticiones execrables de los hombres, y que sus obligaciones para alcanzarlas son graves ofensas

(Parnaso español)

de Francisco de Quevedo


Con mudo incienso y grande ofrenda, ¡Oh, Licas!,
cogiendo a Dios a solas, entre dientes,
los ruegos que recatas de las gentes,
sin voz, a sus orejas comunicas.


Las horas pides prósperas y ricas,
y que para heredar a tu parientes,
fiebres reparta el cielo pestilentes,
y de ruinas fraternas te fabricas.


(¡Oh grande error! Pues cuando de ejemplares
rayos a Dios armó la culpa, el vicio,
víctimas le temblaron los pesares.


Y hoy le ofenden así, no ya propicio,
que, vueltos sacrílegos los altares,
arma su diestra el mismo sacrificio.)