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monía de los mundos; la palidez de una nube no es un sudario, sino talvez una sonrisa del aire; el trino del ave no es un himno al dolor,—es un canto de gracias; y la estrella que titila en el fondo de los cielos, es una bendicion de los espacios.

¿Qué vago presentimiento, perdido en el alma, arranca mi alegría, y la difunde en torno mio cual sombras sepulcrales?

Ah! presentimientos sin duda, que vienen á turbar una existencia de porvenir risueño!

—"Decidme, maestro, ¿porqué se agita mi espíritu en extraños devaneos, cuando debiera sentir el corazon palpitante de gozo?"

—"Disipad esas tinieblas, señor Nic-Nac; ellas son hijas de vuestra situacion, y de cierta influencia que en vos ejerce la naturaleza circundante. Esta llanura ilimitada, con su majestuosa monotonía, es para vuestra alma un reflejo de la eternidad, y al hallaros sumerjido en el caos de tan grandiosa idea, no podeis menos de interpretar vuestras impresiones sino con pensamientos lúgubres. Pero bien pronto cambiará la escena, y la vida agitada de las nuevas comarcas á que llegaremos, trasformarán vuestro malestar."

—"Y porqué no me decis á dónde vamos?"

—"No he pretendido hacer de ello un secreto: vamos á la gran capital de la Nacion Aureliana, donde un pueblo siempre agitado y turbulento, á la vez que generoso, os reserva inauditas sorpresas."