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Algunos dias despues nos deteniamos en las barrancas en donde se reúne al Senguel el río Quinua y allí reconocimos que la formacion terciaria llega hasta ese punto por el gran valle, y ya desde entonces empezamos á encontrar los moluscos antiguos de ese período.

Hasta ese momento habíamos descendido un grado y medio de longitud con rumbo general al E.

Pero desde allí continuamos invariablemente hasta 70º de longitud y 45º46' de latitud, en donde vadeamos el Senguel á nado para reconocer otro rio, tal vez el Aayon de Moyano, que corriendo paralelo al Senguel bajaba del Oeste.

Por esa altura, poco mas al naciente vimos un gran grupo de hombres y animales; en el acto, supusimos que fuesen indios; tomando las precauciones del caso y ya mas cerca, tuvimos la agradable sorpresa de reconocer al vecino del Chubut don Juan Acosta, el cual con un arreo de mil quinientas vacas seguía el camino trazado por Moyano con dirección á Punta Arenas.

Acosta no llevaba baqueanos, pero siendo decidido é inteligente marchaba así y con el libro de Moyano en la mano, sin haber encontrado inconvenientes hasta ese momento.

Acosta nos ayudó, acompañándonos en los sesenta kilómetros que esploramos del nuevo rio, el cual recibía otros dos afluentes que traian sus aguas del S. O. el primero á 15 kilómetros desde la confluenda del Rio Mayo con el Senguel, pues todo nos decia que era el mismo que habiamos dejado arriba; y el segundo á vein-