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Ayax

Lo reconozco.

Tú razonas sobre estas cosas, pero yo las siento demasiado.


¡Ay de mí! ¡hijo, qué servidumbre vamos á sufrir! ¡Qué dueños nos están reservados!

¡Ay! ¡ciertamente, prevés, en este duelo, un horrible ultraje de los Atreidas sin piedad; pero que un dios se oponga á ello!

Estas cosas no hubieran sucedido sin la intervención de los Dioses.

Ciertamente, te han reservado una carga harto pesada.

La hija terrible de Zeus, la diosa Palas, ha urdido por completo esta calamidad en favor de Odiseo.

Sin duda ese hombre sutil se burla de nosotros con su astuto espíritu; se ríe á carcajadas de los males que ha causado la demencia de Ayax, ¡ay de mí! Y los dos reyes Atreidas, al conocerlos, se ríen con él.

¡Que se rían y se regocijen, pues, de los males de éste!

Quizá, deseándole menos cuando vivía, le lloren muerto,