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La marcha, con su rísa delirante,
Y un bucle del cabello, apareciendo
Rozábame, de pronto, en el semblante.
Miré en su rostro centellear, huyendo,
El reflejo del agua, y al instante,
Sereno ya, no fuisteis contemplados,
Oh! lindos piesecitos bien calzados!

Al rostro la miré con osadia
Y sus ojos miré, con alma entera,
Su carne, junto á mí, se estremecía,
Y la marcha detuve en la ribera;
La mal cerrada veste, me ofrecía,
Los cándidos misterios que allí vicra,
Después, vencióme amor....cai de hinojos,
Besé su boca y entorné los ojos.

Luego, ¿qué sucedió? Bien lo ha escuchado
El agua cristalina, el agua quieta,
Y tú, lo sabes, de mi pueblo amado,
Río que pudo hacer de mí un poeta;
Lo saben tu juncal y el perfumado
Boscaje de tu orilla tan discreta,
Y tu alegre ramaje florecido
Do amor, por vez primera, he conocido.