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Hombres y mujeres, y mas la gente principal, son muy limpios y aseados en sus personas y vestidos, y de buen aire y gracia. Curan el cabello, teniendo por gala que esté muy negro; lávanlo con una cáscara de un arbol, cocida, que llaman gogo[1]; y úntanlo con aceite de ajonjolí confeccionada con almizcle, y otros olores. Todos tienen mucho cuidado de la dentadura, que desde muy poca edad, la igualan y emparejan con piedras y herramientas[2]; y le dan un color negro que es perpétuo, que la conserva hasta muy viejos, aunque causa fealdad á la vista[3].

Báñanse muy de ordinario todo el cuerpo, en los rios y esteros, de poca y de mucha edad; sin reparar, que en ningun tiempo les pueda hacer daño[4], porque, es de las mayores medicinas que hallan, y en naciendo la criatura, luego la bañan, y la madre lo mismo. Las mujeres tienen por ejercicio y ocupacion labores de aguja, de que son muy curiosas, y todo género de costura. Y tejen mantas, y hilan algodon, sirven las casas de sus maridos y padres. Pilan el arroz que se ha de comer[5], y aderezan lo demas. Crían

  1. Más bien que corteza, el cuerpo mismo de una mata que se machaca pero que no se cuece. Es extraño que hablando del gogo, los P. P. Buzeta y Brabo mencionen su uso para las minas y lavado de las ropas, y no el más común, cual es lavar la cabeza, como hasta ahora se usa por casi todos los Indios.
  2. Esta costumbre subsiste todavía.
  3. Este uso existe también en el Japón, entre las mujeres casadas como una prueba de honestidad. Hoy día ya va cayendo en desuso.
  4. Los Españoles lo creen así, pero se engañan. Tienen muy buen cuidado de no bañarse durante la siesta, después de comer, los dos primeros días de un catarro, cuando tienen herpes-zona, algunas mujeres en la época del menstruo, etc., etc. El P. Chirino, dice (cap. X): «Báñanse encogido el cuerpo y casi sentados por honestidad, con el agua hasta la garganta, con grandísimo cuidado de no poder ser vistos aunque no haya nadie que los pueda ver. La hora más ordinaria y más general del baño es al ponerse el sol, después de los trabajos, y para llevar agua á casa. Después de un entierro se bañan.» Esta costumbre higiénica de los habitantes de los trópicos se ha conservado en el Japón como otras muchas cosas que prueban un origen meridional de alguna parte de sus habitantes.
  5. Aunque no es muy penoso este trabajo, pues es ligero el halo