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ron á este reyno trayendo toda la artillería, y muchas gentes presas y cautivos. Cuando aquí llegaron, gobernaba el tirano Anacaparan, y loándose los hechos los unos á los otros, los recibió en amistad, y ellos le dieron toda la artillería, que habían traido, y otras cosas: y él les dió tierras de que se sustentasen, y los hizo grandes Mandarines. Estos le hicieron facil el tomar á Champan, y se ofrecieron de prender al rey, y como es tan enemigo de Cambojas, de muy atras; hizo luego gente, y envió por cabeza á Ocuña de Chu; y cuando nosotros matamos á Anacaparan, estos estaban en Champan; y por su muerte, vinieron como digo. Parecidos estos delante del nuevo rey Chupinanu, con todos sus Malayos, luego se determinó ir sobre los Teles levantados. En este tiempo llegó de Lao el embajador que había huido, cuando nosotros llegamos á Lanchan, y dijo, como nosotros quedábamos allá, y que íbamos á pedir al heredero legitimo de Camboja, para llevarlo á los navíos, y en ellos traerlo á su reyno; y que ayudaba á esto, el rey de Cochinchina, que con esta voz entramos nosotros en el Lao, y que, el rey de Lao lo quería enviar con mucha gente por el río y tierra, y nosotros y los Cochinchinas por la mar, y en Camboja juntarnos, y hacernos guerra: y á quien no quisiere obedecer, grandes castigos; pues, como el nuevo rey y los suyos oyeron estas nuevas, atemorizáronse, y así, solo hacía mirar por sí. Pasados algunos dias, vino nueva de la barra, de que habían entrado cuatro navíos de Españoles, con muchas galeras de Cochinchina; esta nueva, ó fué vision que algunos vieron, ó echadiza, que hasta hoy hemos sabido claridad dello. Al fin oyendo esta nueva, confirmaron por verdad, todo lo que el Embajador huido había dicho, y considerando los Mandarines de Camboja, la guerra que tenían con los Teles, y la que de nuevo se les ofrecía con los Españoles, Cochinchinas y Laos, determinaron de desposeer al nuevo rey, y obedecer al que de Lao