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PROCLAMA REVOLUCIONARIA DE FRAI ANTONIO ORIHUELA
VII
PROCLAMA REVOLUCIONARIA DEL PADRE FRANCISCANO FRAI ANTONIO ORIHUELA


El fraile Orihuela declama contra los nobles, aconseja al pueblo chileno que los estermine, e insta a los vecinos de Concepción para que revoquen los poderes que han concedido a sus representantes en el Congreso.


Pueblo de Chile: mucho tiempo hace que se abusa de nuestro nombre para fabricar vuestra desdicha. Vosotros inocentes cooperáis a los designios viles de los malvados, acostumbrados a sufrir el duro yugo que os puso el despotismo, para que agobiados con la fuerza i el poder, no pudiéseis levantar los ojos i descubrir vuestros sagrados derechos. El infame instrumento de esta servidumbre que os ha oprimido largo tiempo, es el dilatado rango de nobles, empleados i títulos que sostienen el lujo con vuestro sudor i se alimentan de vuestra sangre. Aunque aquella agoniza, éstos existen mas robustos i firmes apoyados en vuestra vergonzosa indolencia i ridicula credulidad. Afectaron interesarse por vuestra felicidad en los principios, para que durmieseis descuidados a la sombra de sus lisonjeras promesas, i levantar luego sobre los escombros de vuestra ruina el trono que meditaban a su ambición.

No soi yo, infelices, el que os engaña. Abrid los ojos i cotejad las flores en que se ocultaban estos áspides en los papeles que circulaban el año pasado, con el veneno mortal que ahora derraman sobre vuestra libertad naciente, i no llegará tarde el desengaño. Leed, digo, los papeles con que os paladeaban entonces para haceros gustar despues la amarga hiél que dista ya poco de vuestros labios, i palpareis su perfidia. Todas sus cláusulas no respiraban sino dulzura, humanidad i patriotismo: ¡qué compasion de los miserables hijos del pais, que se hallaban sin jiro alguno para subsistir, por la tiranía i despotismo del gobierno! ¡qué lamentarse de los artesanos, reducidos a ganar escasamente el pan de cada dia, despues de inmensos sudores i fatigas; de los labradores que sinceramente trabajan en el cultivo de pocas simientes para sus amos i morir ellos de hambre, dejando infinitos campos vírjenes, porque les era prohibido sembrar tabaco, lino i otras especies, cuya cosecha hubiera pagado bien su trabajo; de los pobres mineros, sepultados en las entrañas de la tierra todo el año para alimentar la codicia de los europeos! ¡qué lamentarse por la estrechez i ratería del comercio, decaído hasta lo sumo por el monopolio de la España! ¿Qué no se debía esperar de estas almas sensibles, que al parecer se olvidaban de sí mismas por llorar las miserias ajenas? Ellos estampaban que todo pedia pronto remedio, i que al pueblo solo competía aplicarlo, porque la suprema autoridad, decian, reside en él únicamente. El pueblo, en su opinion, debía destronar a los mandones, para dictar él leyes equitativas i justas, que asegurasen su propia felicidad. El pueblo, repetían, no conoce sus derechos, i estos son de mui vasta estension. ¡Oh pueblos engañados! Vosotros creísteis a estas sirenas mentirosas que abusaban de vuestro nombre para descuidaros con la lisonja, i haceros víctima de su ambición, despues instrumento de sus maquinaciones pérfidas. Miradlo patente desde el primer paso que se dio para vuestra imajinaria felicidad.

La nobleza de Santiago se arrogó así la autoridad que ántes gritaba competir solo al pueblo (como si estuvieran escluidos de este cuerpo respetable los que constituyen la mayor i mas preciosa parte de él), i creó una junta provisional