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ESTUDIOS ARAUCANOS VII

siguen son materiales que servirán para estos fines. Todo lo deseable, ya lo podemos asegurar, no se sabrá nunca. Pues los araucanos ya a principios del siglo XVII a consecuencias de la conquista que habia traido los metales, las plantas de cultivo, los animales domésticos de la vieja Europa —para no hablar de los productos industriales— estaban tan profundamente alterados en todo su modo de ser, que nunca llegaremos a establecer la completa verdad sobre su estado primitivo de cultura material e intelectual. Es característico que los indios ni siquiera recuerdan los nombres de su planta de cultivo maŋu i de su animal doméstico weke, que ámbos han desaparecido i han llegado a ser problemas para la indagacion científica de nuestros dias [1].

Los cuentos que siguen ofrecen pocos rasgos que no pertenezcan con toda seguridad a tiempos recientes. Solo el cuento 2 (el viejo Latrapai) contiene elementos que podrian en teoría ser anteriores a la invasion española. En el «hijo del oso» (número 7) ya pueden palparse con toda claridad influencias de la literatura popular curopea. Si lo he colocado en este estudio, i no en el próximo, que versará solo sobre materiales debidos a los españoles, es porque aparece el famoso Cherruve, el monstruo que desempeña un papel tan importante en los cuentos 3 a 6, aunque me parece fuera de duda que el Cherruve del cuento 7 no es mas que el famoso dragon de la mitolojía indojermánica, que devasta la tierra hasta que lo vence el héroe con fuerza sobrenatural cuyo nombre i linaje, sea Herácles, Beowulf, Siegfried o Huenchumir, hacen poco al caso. Ademas lo fantástico de las aventuras del hijo del oso parece recordar los cuentos de «Mil i una noches».

«La novia del muerto» (número 1), por mas que recuerde el mito famoso que ha encontrado una espresion tan poética en la célebre balada «Lenore» del poeta aleman Bürger, por lo ménos es completamente araucanizada, i bien puede ser orijinal.

Casi todos los cuentos son visiblemente de oríjen pehuenche de la pampa arjentina. En algunos, sobre todo en la segunda mitad del cuento de las apuestas (número 3) el elemento mítico no tiene ninguna importancia.

  1. Véase Febres s. v. magu i hueque.