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Negra como el delito,

Como la mar sin calma,

Es mi noche de fúnebres negrores;

Dame, que necesito

Para la paz de mi alma,

La bienhechora luz de tus amores!


Yo soy en la furente

Batalla de la vida,

Miserable soldado sin valor;

Ya no busco vehemente

La palma apetecida,

No me dejes caer, dame tu amor!


Tu amor, que tú bien sabes

Que para mí sería

Orla de gloria, rama de laurel;

Tu amor que yo á las suaves

Brisas compararía

Que por la mar impulsan al bajel!


XX


¡Ah! no basta esta vida limitada

Que en el lodo del mundo se desliza

Para tan grande amor, mi bien amada.

Que donde cae el cuerpo, la ceniza

Del cadáver, no marca de la vida

El límite postrer.


La pasión que llevamos encendida,

Los más santos y férvidos anhelos,

No mueren con la carne adolorida.

Morír es despertar bajo otros cielos,

Tras larga noche de infinitos duelos

Radioso amanecer!