Estas dos fases, de asimilar y de desasimilar, constituyen lo que llamamos vivir, cuando obran en sucesion inmediata y simultáneamente en el mismo individuo; pero cuando cada una se especializa en individuos distintos, forman lo que se llama dos sexos distintos.
Más aun: la diferencia más fundamental entre los vegetales y los animales consiste en lo mismo que distingue al sexo femenino del masculino. Los vegetales son especialmente asimilantes y económicos (femeninos); los animales son especialmente desasimilantes ó sea gastadores (masculinos).
Existe un acertijo ó adivinanza, como decimos nosotros, cuya solucion es la siguiente: de lo que hay mayor número en el mundo es de extremidades.
Efectivamente, todo tiene, por lo menos, dos extremidades, dos extremos, ó si no dos polos.
El organismo, en la actividad de su desarrollo, tambien tiene dos extremos.
Representaré el organismo por medio del esquema siguiente:
Su desarrollo, como acabo de decirlo, presenta dos extremos: El uno, esa parte mayor, porque yo la represento ya desarrollada, se llama plasma personal ó somático (soma, el cuerpo). La otra parte, ó sea el otro extremo, es la más pequeña; se llama plasma germinativo.
El plasma personal es el extremo más dispuesto á desarrollarse, el primero que se desarrolla, formando el individuo, y el que lleva las numerosas y pequeñas diferencias sexuales. En él se efectúan simultánea y recíprocamente las dos funciones esenciales de la vida
forma y las facultades humanas á las entidades mitológicas y metafísicas y á todos los séres, objetos y fenómenos, reales ó supuestos. Es el modo más antiguo y más fácil de explicar las causas y los efectos de todo y las leyes á que obedecen. Pero siendo esencialmente subjetivo, como la religion, resulta que, respecto de las leyes de la Naturaleza, es la verdad vista del revés, principalmente en cuanto á lo que con el hombre se relaciona.
En efecto: el antropismo hace que, en lugar de estudiar las leyes de la Naturaleza y explicar por medio de ellas lo que sólo por su forma es exclusivamente humano, observamos, de una manera muy superficial, lo exclusivamente humano por su forma, y con ese criterio interpretamos las leyes naturales.