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El cardenal Cisneros.

en Toro, en 1505, y que el suscitar nuevamente esta cuestion era poner en duda, sin necesidad alguna, la validez de aquel acto[1].

A pesar de esto, las Córtes fueron convocadas para el mes de Noviembre en Búrgos por el Gobierno Provisional que existia de hecho, si no de derecho, previniendo á las ciudades que enviasen sus representantes con plenas instrucciones de sus deseos respecto á la organizacion definitiva del poder supremo, é influyendo el infatigable Arzobispo, con lo que el lenguaje político moderno llama influencia moral, de la que en casos tales, dicho sea de paso, ni ha prescindido, ni prescindirá, ni puede ni debe prescindir ningun Gobierno, para que vinieran en gran número los partidariosdel Rey Católico, á fin de poder conjurar aquella crisis tan angus tiosa como inesperada. Estériles por demás fueron aquellas Córtes, y ningun resultado práctico se obtuvo de su reunión. Primeramente Doña Juana no quiso recibir á sus delegados, y por último les dijo que regresaran á sus casas y no volvieran á mezclarse en los negocios públicos sin su expreso mandamiento. Las Córtes fueron prorogadas, y así un poder efimero y discorde entre sí, como era el Gobierno Provisional, cuya mision irregular, después de todo, debia de concluir con el año, quedaba al lado de la Reina loca y al frente de la nacion medio en anarquía.

Triste y hasta desesperada era la situacion de entónces. Escapábase de su prision el Duque de Valentinois, que podia revolver de nuevo el reino de Nápoles, y hallaba abrigo primero en los Estados del Conde de Benavente, y después en las tierras de su deudo el vecino Rey de Navarra, nuestro enemigo. El Duque de MedinaSidonia adelantaba sus gentes sobre Gibraltar para arrebatarla á sus Soberanos. Habia revueltas en Córdoba por las crueldades de la Inquisicion. El Marques de Cenete robaba por fuerza de las Huelgas de Valladolid á Doña María Fonseca, con quien pretendia casar, depositada allí por los Reyes. Los Marqueses de Moya querian apoderarse del Alcázar de Segovia, que les entregaran los Reyes Católicos, y dado por el flamenco á Juan Manuel. Estallaban desórdenes en Toledo, en Madrid y en otras partes, aprovechando tan triste oportunidad los que se valen de todas y se van á cualquier partido para conseguir sus medros particulares y alzarse con el poder en los pueblos en donde viven. Casi todos los que se agi-

  1. Véase Zurita; Anales de Aragon, lib. VII, cap. XXVI.