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RETABLO 29
Bien me sabes, rubia miel; mejor, la rústica hogaza;
la espuma azul de la leche bebida al pie de la vaca. Por ser el ama en tu establo, corderín que apenas mamas, se alargaron mis cuidados y se acortaron mis faldas; tu sueño duerme y despierta en el hueco de mi flauta; mis vanidades terminan
en la seda de tu lana.
Por tu balido insistente
que encontró cuna en mi entraña, mi voz de madre sin hijo tiene lejuras de “Nana”.