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Recordación Florida. 111

el costo y autoridad de sus fábricas, bien que en ninguna dellas se manifiesta y descubre cosa singular ni antigüedad reparable que por serlo dé ocasión á particular descripción; y sólo manifiestan en su informe y desmantelado desorden haber sido ilustres domicilios y capaces congregaciones de numeroso pueblo, de que hoy no queda la fama y crédito de su memoria para la noticia de su conocimiento, ó porque lastimosa y funestamente se extinguieron, ó porque con pródigo y atento gobierno se trasplantaron y admovieron á más conveniente y segura calidad de sitios, como el de Mixco, que estuvo aquí en estas llanos de Luis de la Roca: que como entre esta nación no hubo el uso provechoso de las letras, mas de aquellas ruedas de piedra que inclinan el término de un siglo de los suyos, que era de 52 años, que hablaban con demostración de figuras, y aunque prevalecen en el Quiche, nosotras no las entendemos ni penetramos; y nuestros venerables progenitores anduvieron en continuado movimiento sobre su reducción á nuestras leyes, y los eclesiásticos en la predicación y enseñanza no cuidaron de apuntar, recomendando á la perpetuidad de la escrito las movimientos y máximas políticas de aquellos ancianos y primitivos tiempos, distantes de nosotros para la mayor noticia y retentiva de las noticias, costando no poco trabajo y gasto de tiempo las que después de tantos caducos años se adquieren.

Y aunque es verdad que aquel inagotable y casi como infinito número de indios, que ocupaban y floridamente llenaban de habitadores el dilatado espacioso campo deste maravilloso y dilatado Reino, en grande y considerable parte se ha disminuído y agotado, desde que un negro de Pánfilo de Narvaez sembró entre ellos el contagio y veneno de las virguelas (que en los desta pobre y miserable nación no se conocía); llevándose por entonces el contagio deste veneno y el del sarampión, que respecto del viento y de los que venían de Mexico á este reino introducido en estos miserables, se llevaba como el activo y cebado fuego de los campos secos, pueblos enteros de innumerables y crecidos