siguiente día del de su llegada se presentó al licenciado Marcos de Aguilar, que, como sucesor del juez de residencia Luis Ponce de León, gobernaba la Nueva España, á pedir que le encomendase indios de la capital. Denegada la súplica por no tener Aguilar poderes para hacer tales concesiones, le contentó con buenas promesas, que al cabo se redujeron á confirmarle en la posesión de lo que nuestro poco afortunado pretendiente disfrutaba en Chamula, y no pasaron adelante, acaso por haber muerto el gobernador antes de cumplirlas, y no mucho después de hacerlas.
Dejó Aguilar ordenado en su testamento que le sucediese en la gobernación el tesorero Alonso de Estrada, que ya la había desempeñado interinamente, y no con gran fortuna. Temiendo el cabildo de Mexico que no la tuviera mejor en aquellas circunstancias, y recordando con dolor los conflictos pasados, rogóle que para no asumir tantas responsabilidades, y para contener en el límite de sus obligaciones á los turbulentos y al no poco agitador Nuño de Guzmán, compartiese la pesada carga del mando con Cortés, que, sujeto á la residencia, y en suspenso ésta por la falta de Marcos de Aguilar, se hallaba desposeído de todo cargo oficial y sin más autoridad que la de su gran prestigio. Resignado sufría aquel gran carácter los injustos desaires de la Corte, cuando fueron á hacerle la oferta, que dignamente rechazó por no verse más deprimido ante aquella opinión por él creada; y eligióse entonces, acaso por indicación suya, al alguacil mayor de Mexico y su capitán favorito Gonzalo de Sandoval.
Poco después, y quizá por recomendación de este su amigo, le encomendó Estrada á Bernal Díaz con fecha 3 de Abril de 1528 «los señores y naturales de los pueblos de Gualtipán y Micapa en las sierras de Cachulco, que solían ser sujetos á Cimatán y Popoloatán en la provincia de Citla.»[1] Posesionóse nuestro soldado de este repartimiento al tiempo
- ↑ Adiciones y aclaraciones. — Cédula de encomienda, pág. 376.
las usaron también los españoles en sus pequeñas contrataciones, asignándole á cada centena de ellas el valor de un real.