Página:Recordacion Florida Tomo I.pdf/40

Esta página ha sido validada
discurso preliminar. XXIX

humana flaqueza de los españoles: pasaron luego á Tayasal y á la Sierra de los Pedernales, sufriendo allí peligrosas heridas, así hombres como caballos, y en las márgenes del río Taica desesperadas hambres, que mitigó, como siempre, la incansable diligencia de Bernal Díaz, explorando la tierra y proveyendo al ejército de los productos que contenía. Habiendo descubierto en aquella ocasión ciertos depósitos con mucho bastimento á gran distancia del real, «hice tinta, dice en su historia, y en un cuero de atambor escribí á Cortés que enviase muchos indios, porque había hallado otras estancias con maíz; y á otro día vinieron sobre treinta soldados y más de quinientos tlamemes y todos llevaron recaudo.»

A los cinco días de forzosa permanencia delante del pueblo de Taica, que los ocuparon echando sobre el río uno de aquellos admirables puentes de troncos de árboles colosales que aun hoy se llaman puentes de Cortés, pasó el ejército á Taica, y á poco de salir de él, extraviándose otra vez, tuvo que sacarle del apuro nuestro explorador, que á pesar de padecer calenturas, fué á ruegos de Sandoval en busca de guías; y atravesando bosques y cruzando torrentes los halló al cabo, sorprendiendo y aprisionando de noche á unas indias que le nombraron el pueblo de Oculiztli ó Coliste, situado río abajo, á dos soles de distancia, por el punto donde los pobladores españoles residían. Conjurada con esto la gravedad de la situación, y animados hasta los más abatidos, que en la reunión á aquellos pobladores suponían ver el fin de los sufrimientos, dispuso Cortés, para convencerse de la verdad que se adelantase Sandoval con seis soldados. Prendieron éstos á tres vecinos de San Gil de Buenavista y con ellos le llevaron noticias detalladas de la merecida muerte de Cristóbal de Olid en Naco, y del viaje á Mexico de sus jueces y ejecutores Francisco de las Casas y Gil Gonzalez Dávila, y relación de cuanto había ocurrido en aquellos descubrimientos.

Con tales nuevas, no todas consoladoras ciertamente, emprendió el ejército la marcha hacia el mar, é hizo alto en la ribera del río grande del Golfo Dulce, en tanto qué Cortés,