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discurso preliminar. XXII



III.


Respondían los planes de Cortés á las noticias recibidas de las provincias de Honduras. Allá había enviado á Cristóbal de Olid para someter la tierra é investigar sus riquezas, y habiéndole asegurado que éste, de acuerdo con Diego Velázquez, se había alzado, puso otro ejército á las órdenes de Francisco de las Casas con el encargo de someterle y de conquistar aquellas provincias. Pasaba el tiempo sin comunicársele nada, y traduciendo el silencio por elocuente denunciador de algún mal suceso, acordó ir él mismo á enterarse de lo ocurrido y á realizar lo proyectado. Reunió al efecto lo más escogido de sus conquistadores, y como entre los primeros se distinguían los vecinos de Guazacoalco, trasladóse desde la capital á aquella villa; dispuso que todos menos los enfermos se aprestasen, y hecho alarde del conjunto de la expedición, que la formaban 250 soldados viejos, los 130 de á caballo y los demás escopeteros y ballesteros, ordenó aquella penosísima jornada, más rica en tristes episodios que en inmediatos provechosos resultados.

Antes de emprender la marcha, mandó Cortés á Bernal Díaz que, como capitán de treinta españoles y de tres mil indios mexicanos, pasase á los pueblos de Cimatán, que estaban de guerra, para someterlos, y para que en el ínterin se mantuviesen allí aquellos mexicanos que consumían y pesaban con exceso sobre los bastimentos no sobrados de la villa, y en tanto que aquella facción terminaba, dedicóse el general á hacer entrega de la gobernación de la Nueva España al tesorero Estrada y al contador Albornoz. Cumplido por Díaz su cometido con el mejor éxito, y arreglado