Página:Recordacion Florida Tomo I.pdf/245

Esta página ha sido validada
166 Biblioteca de los Americanistas.

se daban todos los de aquella ilustre familia al llanto y á las demostraciones de sentimiento; pues D. Francisco de Alvarado, tío del Adelantado, mandó pintar todo el exterior de las paredes del palacio de negras y obscuras tintas, que esta demostración (en que no tuvo parte la ilustre doña Beatriz) fué la más noble y extremada que ejecutó la fineza del cariño de los domésticos; mas no lo que divulgó el antojo de la fama, que muchas veces se esparce sin otro fundamento que el de una voz apasionada del desafecto, como lo fué la que divulgó maliciosa, que doña Beatriz de la Cueva había dicho: que Dios no le pudo hacer mayor daño que quitarle á su marido. Y esto es tan extraño y fuera de la verdad, como oponerse al crédito de una mujer heroica en el esplendor de la sangre que la animaba; pues como hemos dicho, era de la excelentísima casa del Duque de Alburquerque, sobrina suya, hija de D. Pedro de la Cueva, comendador mayor de Alcántara y almirante de Santo Domingo, hermano legítimo del Duque, cuya esclarecida sangre no podía producir efectos si no fuesen los que, á la verdad, la constituían resplandeciente en virtudes y ejercicios de caridad, devoción ejemplar en la asistencia y culto de las iglesias, con frecuencia grande de Sacramentos, en que se ejercitaba, y que quiso Dios arrebatarla en la muerte para premiar este ejemplo. Y la suposición de Gomara, en las palabras que refíere que profirió esta ilustre viuda de tan excelente varón, dice mi verídico Castillo que fué supuesto y divulgado de la pasión,[1] porque lo que dice que pasó es: «Que visitándola algunos caballeros de Goathemala, le decían que diese gracias á Dios, pues que de ello fué servido. Y ella, como buena cristiana, decía que sí, se las daba. Y como las mujeres son tan lastimosas por lo que bien quieren, decía: que deseaba morirse y no estar en este triste mundo con tantos trabajos.» ¿Cómo, pues, podrán restituir la honra y crédito de una tan ilustre y virtuosa per-

  1. Bernal Díaz, cap. CC, fol. 255 del original borrador.