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X Biblioteca de los Americanistas.

La armada de Grijalba regresó desde Guazacoalco á Cuba, invirtiendo cuarenta y cinco días en llegar á la residencia de Velázquez, á quien hallaron los descubridores tan entusiasmado con las muestras del oro que Alvarado le llevó, que en todo pensaba menos en premiar con las encomiendas ofrecidas á aquellos valientes. Concediólas sí, y con largueza, al tiempo de noticiar los descubrimientos á la corte, al obispo Fonseca, y al licenciado Luis Zapata y al secretario Lope de Conchillos, y todavía no al Rey, porque residiendo aún en Flandes, poco, por el pronto, podía resolver que le fuese favorable; mas para los compañeros de Hernández de Córdoba y de Grijalba sólo esperanzas había, porque, mientras en ellos fiaba la suya, antes les quería instrumentos de su ambición que agradecidos loadores de su justicia.

Calculando ya en los valiosos rescates que la conquista y población de las tierras visitadas podían proporcionarle, y contándolos por base de futuros medros y grandes prosperidades, se apresuró Velázquez á disponer en unión de varios ricos encomenderos otra más formidable armada y numerosa expedición, que confió, aunque desconfiado, á las sobresalientes dotes y actividad reconocida del inmortal extremeño Fernando Cortés: bien que éste pudiera hacerla por sí, según los intereses que á la empresa había aportado.

Bernal Díaz, que acababa de llegar del continente con Juan de Grijalba, según asegura en su historia, aunque la probanza de sus servicios no menciona esta expedición, acaso porque en ella no fué herido; siendo, sin embargo, de notar que en la otra probanza hecha por su hijo mayor cuarenta años después y viviendo aún él se declara como hecho indudable:[1] Bernal Díaz, que no pensó presentar por mérito la introducción y aclimatación del naranjo en el continente americano, por suponer aquello cosa muy natural;

  1. Véase Adiciones y aclaraciones, páginas 392-409. — Probanza de los méritos y servicios de Bartolomé Becerra.