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QUO VADIS


CAPÍTULO XXII

Sólo cuando se hubieron encontrado en el interior, vino á comprender Vinicio todas las dificultades de la empresa.

La casa era espaciosa, de varios pisos, del género de las innumerables que había en Roma, edificadas sólo con el propósito de percibir la mayor renta posible.

De ahí que, por lo general, fueran construídas tan precipitada y defectuosamente, que apenas pasaba año sin que una cantidad de ellas se desplomaran sobre las cabezas de sus ocupantes.

Verdaderas colmenas, demasiado altas y estrechas, llenas de habitaciones y de chiribitiles, en ellas vivía la gente pobre agrupada en número excesivo.

En una ciudad en donde muchas calles carecían de nombres, aquellas casas carecían á su vez de números. Los propietarios encargaban el cobro de los arrendamientos á esclavos, quienes, no estando obligados por el gobierno de la ciudad á dar los nombres de los ocupantes, á menudo los ignoraban hasta ellos mismos.

Así, pues, encontrar en semejantes casas á uno de sus habitantes, valiéndose de la simple indicación de sus nombres, á menudo se hacía muy difícil, especialmente cuando en ellas no había portero.

Vinicio ó Croton llegaron á un pasaje estrecho, semejante á un corredor, amurallado en sus cuatro costados y formando una especie de atrium común para toda la casa, con una fuente en el centro, de la cual brotaba el agua, yendo á caer en un pilón de piedra, fijo en el suelo.

Desde las murallas arrancaban hacia el interior escaleras de piedra y de madera, que conducían á sendas galerías, las cuales se hallaban las entradas á las habitaciones.

Había también de estas habitaciones en el piso bajo,