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LIV
PRÓLOGO.

inventada por los hombres, será la que más dure, sea cual fuere la sociedad en que se viva.

En efecto, si el que mora en el campo se ve tentado á copiar los paisajes que se le presentan delante de los ojos; más todavía agradan los árboles y los arroyuelos, las fuentes y los prados, al poeta de ardiente imaginacion á quien sus desdichas condenan á vivir encerrado en cuatro paredes, siquier doradas y cubiertas de ricos tapices, siquier desnudas y ennegrecidas por la pobreza. Nunca suspiramos tanto por la sencillez de costumbres y felicidad tranquila de la edad de oro, como cuando, víctimas de las pasiones de los hombres, no vemos en derredor sino crímenes, engaños, traiciones; y ya que no podemos trasformar el mundo, nos complacemos en forjarnos otro mundo ideal, sea leyendo las producciones de otros poetas, sea inventando nosotros mismos caracteres dulces é inocentes, de suaves pasiones y tiernos afectos, y pintando en nuestra mente los collados y verjeles, los manantiales y las grutas que en vano buscamos en tornonuestro. Otras veces, por el contrario, cuando una serie de circunstancias favorables nos proporciona la felicidad y la quietud campestre, gozamos al comparar con la realidad los cuadros de los buenos autores; al descubrir en cada zagala una Amarílis, en cada cabrero un Comatas, en otros pastores un Dáfnis ó un Menalcas. Así me explico, amigo mio, el que á pesar de la poca aficion de usted á la Poesía Bucólica, haya sentido palpitar su corazon de poeta con la lectura de Teócrito: áun sin ella