inventada por los hombres, será la que más dure, sea cual fuere la sociedad en que se viva.
En efecto, si el que mora en el campo se ve tentado á copiar los paisajes que se le presentan delante de los ojos; más todavía agradan los árboles y los arroyuelos, las fuentes y los prados, al poeta de ardiente imaginacion á quien sus desdichas condenan á vivir encerrado en cuatro paredes, siquier doradas y cubiertas de ricos tapices, siquier desnudas y ennegrecidas por la pobreza. Nunca suspiramos tanto por la sencillez de costumbres y felicidad tranquila de la edad de oro, como cuando, víctimas de las pasiones de los hombres, no vemos en derredor sino crímenes, engaños, traiciones; y ya que no podemos trasformar el mundo, nos complacemos en forjarnos otro mundo ideal, sea leyendo las producciones de otros poetas, sea inventando nosotros mismos caracteres dulces é inocentes, de suaves pasiones y tiernos afectos, y pintando en nuestra mente los collados y verjeles, los manantiales y las grutas que en vano buscamos en tornonuestro. Otras veces, por el contrario, cuando una serie de circunstancias favorables nos proporciona la felicidad y la quietud campestre, gozamos al comparar con la realidad los cuadros de los buenos autores; al descubrir en cada zagala una Amarílis, en cada cabrero un Comatas, en otros pastores un Dáfnis ó un Menalcas. Así me explico, amigo mio, el que á pesar de la poca aficion de usted á la Poesía Bucólica, haya sentido palpitar su corazon de poeta con la lectura de Teócrito: áun sin ella