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hiciese lo mismo. Mas qué os parece? no es esto lo que hacen todas las repúblicas mal gobernadas, quando prohiben baxo pena de muerte á los ciudadanos de llegar á la constitucion del gobierno? quando el que sabe lisongear mas suavemente los vicios del estado, y anticipa los deseos de aquellos que gobiernan, que prevee de léos sus intenciones, y que tiene bastante habilidad para satisfacerlas, le tienen allí por un ciudadano virtuoso, por un consumado político, y se vé colmado de honores? Adim. Ellos hacer precisamente lo mismo, y estoy muy distante de aprobarlo. Soc. Pero qué! no os admirais del valor y de la facilidad de los que consienten, y aún se acaloran en corregir los defectos de semejantes repúblicas? Adim. Sí, yo me admiro: exceptuando aquellos, que dexandose engañar por la multitud, se imaginan en verdad ser grandes políticos á causa de los aplausos que les dá el vulgo. Soc. Qué decís vos? No quereis escusarles? Pensais acaso, que un hombre que no sabe medir, pueda dexar de creer de sí mismo que es alto quatro codos, quando lo oye decir á muchas otras personas? Adim. Yo no lo creo. Soc. No os indigneis pues contra ellos. Esta es la gente mas extraña del mundo, siempre ocupada en hacer reglamentos y reformas, persuadidos que remediarán por este medio los abusos que reynan en el trato humano sobre todos los puntos de que yo he hablado: sin pensar que en realidad ellos cortan las cabezas de una hidra (9). Adim. Por ciero que no hacen