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LA HUIDA EN EL BOSQUE: LA RIÑA


CAPÍTULO XXV

EN BALQUIDER


ALÁN llamo á la puerta de la primera casa que divisamos, lo que no era muy cuerdo en aquella parte de las Tierras Altas de Escocia, donde no sabía Alán si daría con amigos ó con enemigos. Pero la fortuna nos fué propicia porque era la morada de uno los Maclaren, que seguían al jefe de Alán, y donde éste halló la bienvenida, debido al apellido que llevaba, y le conocían de reputación. Aquí, lo primero que se hizo fué acostarme sin pérdida de tiempo y buscar un médico, que me halló en muy mal estado. Pero sea que él fuese un buen doctor, ó que yo era muy joven y fuerte, el caso es que no permanecí en cama más de una semana, y antes de un mes me encontré en condiciones de ponerme de nuevo en marcha lleno de ánimo.

Alán durante todo este tiempo no quiso separarse de mí, aunque con frecuencia le insté para que lo hiciera; y realmente su temeridad en quedarse allí era objeto de mucha alarma entre los dos ó tres amigos á quienes se les confió el secreto. Durante el día se ocultaba en una caverna de un bosque inmediato, y por la noche, cuando el camino estaba despejado, venía á la casa á visitarme.